Material de Lectura

El espíritu y el agua

 

    Después de largo silencio humeante,
    Después del gran silencio civil de muchos días
humeantes de rumores y de humaredas,
    Aliento de la tierra cultivada y canto de las grandes ciudades doradas,
    De repente el Espíritu de nuevo, de repente el soplo
de nuevo
    ¡De repente el golpe sordo en el corazón, de repente
la palabra dada,
de repente el soplo del Espíritu, el rapto seco,
de repente la posesión del Espíritu!
    Como en el cielo pleno de noche antes de que
estalle el primer fuego del relámpago,
    ¡De repente el viento de Zeus en un torbellino de
paja y polvo con la ropa lavada de toda la ciudad!

    Dios mío, que en el principio separaste las aguas
superiores de las aguas inferiores,
    Y que de nuevo has separado de esas aguas húmedas que menciono,
    Lo árido, como a un niño que separaron del
abundante cuerpo materno,
    La tierra calentándose, reverdeciendo y alimentada
con leche de lluvia,
    Y que en el tiempo del dolor, como en el día de
la creación, tomaste en tu mano todopoderosa
la arcilla humana y el espíritu te salpica
entre los dedos,
    De nuevo después de largas rutas terrestres,
    ¡He aquí la Oda, he aquí ante ti esta gran Oda nueva
    No como una cosa que comienza, sino poco a poco
como el mar que estaba ahí,
    El mar de todas las palabras humanas con la
superficie en diversos sitios.
    Reconocido por un soplo bajo la bruma y por el ojo
de la matrona Luna!
    Ahora bien, cerca de un palacio color de caléndula
entre los árboles de techos numerosos que dan sombra a un trono podrido,
    Habito la ruina principal de un viejo imperio.
    Lejos del mar libre y puro, amarillo o en lo más
terrestre de la tierra,
    Donde la tierra misma es el elemento que se respira, manchando
inmensamente con su sustancia el agua y el aire,
    Aquí donde convergen los canales mugrosos y las
antiguas rutas desgastadas y los caminos de los asnos
y de los camellos,
    Donde el emperador de las tierras terrenales traza el
surco y alza las manos al cielo útil de donde viene el
tiempo bueno y malo.
    Y como en los días de turbonada, se ven
a lo largo de las costas los faros y las agujas
de roca envueltas por la bruma y la espuma
que se pulveriza,
    Es así como en el antiguo viento de la Tierra, la
    Ciudad cuadrada erige sus fortificaciones y sus
puertas,
    Escalona sus puertas colosales en el viento amarillo,
tres veces tres puertas como elefantes,
    En el viento de polvo y de ceniza, en el gran
viento gris del polvo que fue Sodoma, y los imperios de
Egipto, y de los persas, y París, y Tadmor, y Babilonia.
    Pero qué me importan en el presente vuestros
imperios y todo lo que muere,
    ¡Y vosotros a quienes dejé con vuestros odiosos
caminos allá!
    ¡Puesto que soy libre! ¿me importan acaso vuestros
compromisos crueles? ¡Puesto que yo al menos soy libre!
¡Puesto que he encontrado! ¡Puesto que al menos estoy fuera!
    ¡Puesto que ya no tengo mi lugar con las cosas
creadas, sino mi parte con el que las creó, el espíritu
líquido y lascivo!
    ¿Se labra el mar, acaso? ¿acaso lo abonáis
como parcela de guisantes?
    ¿Acaso le elegís su rotación, alfalfa
o trigo o coles o remolachas amarillas
o púrpuras?
    Pero es la vida misma y sin ella todo está muerto,
¡ah, quiero la vida misma sin la cual todo está muerto!
    ¡La vida misma, y me mata todo lo que es mortal!
    ¡Ah, no me basta! ¡Miro el mar! todo lo que tiene
fin me colma.
    Pero aquí y por doquier que dirija el rostro y de
aquel otro lado
    ¡Hay más todavía y allá también y siempre y otra vez
aún más! ¡Siempre, corazón querido!
    ¡No temas que mis ojos lo agoten! Ah, estoy
harto de tus aguas potables.
    No quiero de tus aguas compuestas, recolectadas
por el sol, filtradas y alambicadas, distribuidas
por las máquinas de las montañas,
    Corruptibles, fluyentes
    Vuestras fuentes no son fuentes. ¡El elemento
mismo!
    ¡La materia prima! ¡Es la madre, digo, que me hace
falta!
    ¡Poseamos la mar eterna y salada, la gran rosa gris!
¡Alzo un brazo hacia el paraíso! ¡Me dirijo hacia el mar
de entrañas de uva!
    ¡Me he embarcado para siempre! Soy como el viejo
marinero que ya no conoce la tierra sino por sus faros,
los sistemas de estrellas verdes o rojas señalados
por el mapa y el portulano.
    ¡Un momento sobre el muelle entre los fardos y los
toneles, los documentos con el cónsul, un apretón de
manos al estibador
    Y después, de nuevo, la amarra soltada, el silbido
de las máquinas, el rompeolas que se rebasa,
y bajo mis pies
    De nuevo la dilatación del oleaje!
    Ni
    El marinero, ni
    El pez que otro pez lleva a comer,
    Sino la cosa misma y todo el tonel y la
vena viva,
    Y el agua misma, y el elemento mismo, ¡Juego,
resplandezco!
¡Comparto la libertad del mar omnipresente!
    El agua
    Viene siempre a reencontrar el agua,
    Componiendo una gota única.
    Si yo fuera el mar, crucificado por millones de brazos
sobre sus dos continentes,
    Sintiendo en pleno vientre la atracción ruda del cielo
circular, con el sol inmóvil como la mecha encendida
bajo la ventosa,
    Conociendo mi propia cantidad,
    Soy yo, jalo, llamo con todas mis raíces, el
Ganges, el Mississippi,
    La mata espesa del Orinoco, el largo hilo del Rin,
el Nilo con su doble vejiga,
    Y el león nocturno bebiendo, y las ciénagas,
y las cuencas subterráneas y el corazón redondo y pleno
de los hombres que duran su instante.
    ¡No el mar, si soy espíritu! ¡Y como el agua
del agua, el espíritu reconoce al espíritu,
    El espíritu, el hálito secreto,
    El espíritu creador que hace reír, el espíritu de vida
y el gran aliento neumático, la separación del espíritu
    Que cosquillea y que embriaga y hace reír!
    ¡Oh cómo esto es más vivo y ágil, no hay temor de
quedar
sin humedad! Por hondo que me sumerja, no puedo
vencer la elasticidad del abismo.
    Como en el fondo del agua se ve a la vez una docena
de diosas de hermosos miembros,
    Verduzcos, subir en una erupción de burbujas de aire
    Que se regocijan en el amanecer con el día divino en
el gran encaje blanco, en el fuego amarillo y frío, en el
mar gaseoso y burbujeante!
    ¿Qué
    Puerta me detendría? ¿Qué muralla? ¡El agua
    Huele a agua, y soy más que ella misma, líquido!
    ¡Cómo disuelve la tierra y la piedra cimentada, tengo
por doquier inteligencias!
    El agua que ha hecho la tierra, la desata; el espíritu
que ha hecho la puerta, abre la cerradura.
    ¿Y qué es el agua inerte al lado del espíritu, su
potencia
    Al lado de su actividad, la materia comparada con el
obrero?
    ¡Siento, olfateo, rastreo, desenredo, respiro
con algún sentido
    La cosa tal y como está hecha! ¡Y también estoy
colmado de un dios, estoy abultado de ignorancia y de
genio!
    Oh fuerzas activas en mi derredor
    Sé hacer tanto como vosotras, ¡Soy libre, soy
violento,
soy libre a vuestra manera que los profesores no
comprenden!
    Como el árbol nuevo cada año en la primavera
    Inventa, trabajado por su alma,
    El verde, el mismo que es eterno, y crea de la nada
su hoja, puntiaguda,
    Yo, el hombre
    Sé lo que hago,
    Del ímpetu y del mismo poder de nacimiento y
de creación
    Hago uso, soy maestro
    Estoy en el mundo, ejerzo en todas partes
mi conocimiento.
    Conozco todas las cosas y todas las cosas se conocen
por mí.
    Aporto a cada cosa su alumbramiento,
    Por mí
    Ninguna cosa permanece en la soledad sino que asocio
una con otra en mi corazón:

    ¡Esto aún no basta!

    ¿Qué me importa la puerta abierta si no tengo la
llave?
    ¿Y qué me importa mi libertad si no soy mi propio
maestro?
    Miro todas las cosas, miradme todos, pues no soy el
esclavo sino el dominador.
    Toda cosa
    Más que sufrir impone, forzando que se
avenga con ella, todo ser nuevo
    ¡Una victoria sobre los seres que ya eran!
    Y tú que eres el Ser perfecto, ¡Tú no has impedido
que también yo sea!
    Miras al hombre que yo creo y al ser que de ti tomo.
    ¡Oh Dios Mío, mi ser suspira hacia el tuyo!
    ¡Líbrame de mí mismo! ¡Libera al ser de la
condición!
    ¡Soy libre, líbrame de la libertad!
    ¡Veo muchas formas de no ser, mas no hay sino
una sola forma
    De ser, que es ser en ti, que es Tú mismo!
    El agua
    Aprehende el agua, el espíritu da olor a la esencia.
    Dios mío, que has separado las aguas inferiores
de las aguas superiores,
    ¡Mi corazón gime por ti, líbrame de mí mismo,
porque tú eres!
    ¿Qué es esta libertad, y qué debo hacer en otra parte?
    Debo sostenerte.
    Dios mío, veo al hombre perfecto sobre la cruz,
perfecto sobre el Árbol perfecto
    Tu hijo y el nuestro, en su presencia y en la nuestra
clavado de pies y manos con cuatro clavos,
    ¡El corazón roto en dos y las grandes Aguas
que penetran hasta su corazón!
    ¡Líbrame del tiempo y toma mi corazón miserable
toma, Dios mío, este corazón que late!
    ¡Más yo no puedo forzar en esta vida
    Hacia ti por este mi cuerpo, y tu gloria
es como la resistencia del agua salada!
    ¡La superficie de tu luz es invencible y no puedo
encontrar el lado débil de tus resplandecientes tinieblas!

    Tú estás allá y yo estoy allá.
    Y tú me impides pasar y yo también te
impido pasar.
    Y tú eres mi fin, y yo también soy tu fin.
    Y como el gusano más endeble que se sirve del sol
para vivir y de la máquina de los planetas,
    Así no hay un soplo de mi vida que yo no tome
de tu eternidad.
    ¡Mi libertad está limitada por mi sitio en tu
cautiverio y por mi ardiente parte en el juego!
    A fin de que no escape este rayo de tu luz, creadora
de vida, que me estaba destinado.
    ¡Y tiendo las manos a diestra y siniestra
    A fin de que por mí no quede
ningún vacío en el perfecto recinto de tus criaturas!
    ¡No hay necesidad de que yo muera para que tú vivas!
    Tú estás en este mundo visible como en el otro.
    Tú estás aquí
    Tú estás aquí y yo no puedo estar en ninguna parte
sino contigo.
    ¿Qué me sucede? Es como si este viejo mundo
estuviera ahora cerrado.
    Así como antaño cuando trajeron la cabeza desde el
cielo encima del templo,
    La piedra clave de la bóveda vino a apresar el bosque
pagano.
    ¡Oh Dios mío, veo ahora la clave que libera,
no es aquella que abre, sino la que cierra!
    ¡Tú estás aquí conmigo!
    ¡Estás cerrado por tu voluntad como por un muro
y por tu potencia como por una fortísima muralla!
    Y he aquí que como antes Ezequiel con la caña
de siete codos y medio,
    Estás atrapado y de un rincón del mundo al otro
alrededor de ti
    He tendido la inmensa red de mi conocimiento.
    Como la melodía que inicia con metales
    Gana las maderas y progresivamente invade las
profundidades de la orquesta
    Y como las erupciones del sol
    Que repercuten sobre la tierra en crisis de agua y
maremoto,
    Así, desde el más grande Ángel que te contempla
hasta la piedra del camino y de un rincón de tu creación
hasta el otro,
    No cesa la continuidad, como tampoco entre el alma
y el cuerpo;
    El movimiento inefable de los serafines se propaga
en los Nueve órdenes de los Espíritus,
    ¡Y he aquí el viento que se eleva sobre la tierra,
El sembrador, el Recolector!
    Así el agua continúa el espíritu y lo soporta y lo
alimenta,
    Y entre
    Todas tus criaturas hasta ti, hay como un
enlace líquido.
    ¡Te saludo, oh mundo liberal ante mis ojos,
    Comprendo por qué estás presente,
    Lo Eterno sí está contigo, y donde está
la Criatura, el Creador no la ha abandonado!
    Yo estoy en ti y tú estás en mí, tu posesión en la mía.
    Y ahora en nosotros por fin
    Resplandece el comienzo,
    Resplandece el nuevo día, resplandece en la posesión
de la fuente, yo sé qué juventud angélica!
    Mi corazón no marca más el tiempo, es el instrumento
de mi perduración,
    Y el imperecedero espíritu contempla las cosas
pasajeras.
    ¿Pero he dicho pasajeras? He aquí que ellas
recomienzan.
    ¿Y mortales? No hay tampoco muerte conmigo.
    Todo ser, como
    Obra de la Eternidad, es también su expresión.
    La eternidad es presente y todas las cosas presentes
suceden en ella
    No es el texto desnudo de la luz: mirad, todo está
escrito de un lado a otro:
    Se puede recurrir al detalle más gracioso: no falta
sílaba ninguna.
    La tierra, el cielo azul, el río con sus embarcaciones
y tres árboles cuidadosamente plantados en la orilla,
    La hoja y el insecto sobre la hoja, esta piedra
que sopeso con mi mano,
    La aldea con toda esa gente de dos ojos
que a la vez habla,
teje, comercia, enciende fuego, lleva fardos,
completa como una orquesta que toca,
    Todo esto es la eternidad, y la libertad de no ser
le ha sido negada,
    ¡Yo los veo con los ojos del cuerpo, los produzco
en mi corazón!
    ¡Con los ojos del cuerpo, en el paraíso no usaré
otros ojos sino estos mismos!
    ¿Se dice acaso que el mar pereció porque otra ola
y una tercera y una enésima sucede
    A ésta que se resuelve triunfalmente en la espuma?
    El mar está contenido en sus riberas y el
    Mundo en sus límites, nada se pierde en este lugar
cerrado,
    Y la libertad está contenida en el amor,
    Palpita
    En todas las cosas el deseo de inventar la
aproximación más
exquisita, toda belleza en su insuficiencia.
    Yo no os veo, pero me perpetúan estos seres
que os ven.
    No se entrega sino lo que se ha recibido.
    Y como todas las cosas de ti
    Han recibido el ser, en el tiempo restituyen la
eternidad.
    Y yo también
    Tengo una voz y escucho y oigo el ruido que ella hace.
    Y produzco agua con mi voz, como si fuera agua
pura, y porque ella nutre todas las cosas, todas las cosas
se reflejan en ella.
    ¡Así la voz con la que yo hago de ti palabras eternas!
no puedo nombrar nada sino lo eterno.
    ¡La hoja muere y el fruto cae, pero la hoja
en mis versos no perece,
    Ni el fruto maduro, ni la rosa entre las rosas!
    Ella perece, mas su nombre en el espíritu que es mi
espíritu ya no perece. Hela aquí liberada del tiempo.

    Y yo que hago las cosas eternas con mi voz,
haz que yo sea eternamente
    Esta voz ¡Una palabra totalmente inteligible!
    ¡Libérame de la esclavitud y del peso de esta materia
inerte!
    ¡Clarifícame, pues! despójame de estas tinieblas
execrables y haz que yo sea, por fin,
    Toda esta cosa deseada oscuramente en mí.
    ¡Vivifícame, así como el aire aspirado por nuestra
máquina hace brillar nuestra inteligencia como una brasa!
    Dios, que has soplado sobre el caos, separando lo seco
de lo húmedo,
    Que has soplado sobre el Mar Rojo, que se apartó
ante Moisés y Aarón,
    Sobre la tierra mojada, he aquí al hombre,
    Mandas también sobre mis aguas, y has puesto
en mi nariz el mismo espíritu de creación y de figura.
    No es lo impuro lo que fermenta, lo puro es
la simiente de vida.

    ¿Qué es el agua sino la necesidad de ser líquido
    Y perfectamente claro en el sol de Dios como una
gota traslúcida?
    Y qué me dices del azul del aire que conviertes en
líquido
¡Oh, qué precioso elixir es el alma humana!
    Si el rocío resplandece en el sol,
    ¡Cuánto más el carbunclo humano y el alma
sustancial en la luz inteligible!
    ¡Dios que has bautizado con tu espíritu el caos
    Y que la víspera de Pascuas exorcizas por la boca
de tu sacerdote la fuente pagana con la letra psi,
    Fecundas con el agua bautismal nuestra agua
humana
    Ágil, gloriosa, impasible, imperecedera!
    El agua transparente ve por nuestros ojos y sonora
escucha por nuestra oreja y prueba
    Por la boca púrpura que abreva en la séxtuple fuente,
    Y colorea nuestra carne y modela nuestro cuerpo
plástico.
    Y como la gota seminal fecunda la figura matemática, repartiendo
    El inicio abundante de los elementos de su teorema.
    ¡Así el cuerpo de gloria desea bajo el cuerpo de
barro, y la noche
    Se disuelve en la visibilidad!

    ¡Dios mío, ten piedad de estas aguas deseantes!
    ¡Dios mío, ves que yo no soy solamente
espíritu sino agua! ¡Ten piedad de estas aguas que mueren
de sed dentro de mí!
    Y el espíritu está deseante, mas el agua es la cosa deseada.
    ¡Oh, Dios mío, tú me has dado este instante
de luz para verla,
    Como el hombre joven que piensa en su jardín en el
mes de agosto y ve por intervalos todo el cielo y la
tierra de una sola mirada,
    El mundo de una sola mirada atravesado por
un rayo dorado!
    ¡Oh fuertes estrellas sublimes y qué fruto entrevisto
en el negro abismo! ¡Oh flexión sagrada del largo ramaje
de la Osa Menor!
    No moriré.
    ¡No moriré, soy inmortal!
    ¡Y todo muere, mas yo crezco como una luz más
pura!
    Y así como ellos hacen muerte de la muerte, de su exterminio hago mi inmortalidad.
    ¡Que cese yo de ser oscuro! ¡Utilízame!
    ¡Extrae mi esencia con tu mano paternal!
    Saca al fin
    Todo el sol que hay en mí y la capacidad de
tu luz, que yo te vea
    Ya no sólo con los ojos, sino con todo mi cuerpo
y mi sustancia y la suma de mi cantidad resplandeciente
y sonora!
    El agua divisible que da la medida del hombre
    No pierde su naturaleza que es la de ser líquida
y perfectamente pura por lo que todas las cosas se
reflejan en ella.
    Como esas aguas que sustentaron a Dios en el
principio,
    Así estas aguas hipostáticas en nosotros
    No cesan de desearlo, ¡no hay deseo más que de él!
    Pero lo que hay en mí de deseable no está maduro.
    Que la noche esté pues en espera de mi partición
donde lentamente se elabora desde mi alma
    La gota pronta a caer por su peso.
    ¡Déjame hacer una libación de las tinieblas,
    Como la fuente de la montaña que da de beber al
Océano con su pequeña concha!

    ¡Dios mío, que conoces por su nombre a cada
hombre desde antes de que nazca,
    Recuérdame pues estaba oculto en la fisura
de la montaña,
    Allá donde brotaban las fuentes de agua hirviente, y
acuérdate
de mi mano sobre la pared colosal de mármol blanco!
    ¡Oh Dios mío cuando el día se apaga y Lucifer
aparece solitario en Oriente,
    Nuestros ojos únicamente no son sólo nuestros ojos, nuestro corazón, también nuestro corazón aclama la
estrella inextinguible,
    Nuestros ojos van hacia su luz y nuestras aguas hacia
el destello de esta gota glorificada!
    ¡Dios mío, si has colocado esta rosa en el cielo,
dotado
    De tanta gloria, este glóbulo de oro en el rayo de la
luz creada,
    Cuánto más al hombre inmortal animado de la eterna
inteligencia!
    ¡Así la viña bajo sus racimos colgantes, así el árbol
frutal el día de su bendición,
    Así el alma inmortal a quien este cuerpo que perece
no basta!
    Si el cuerpo extenuado desea el vino, si el corazón
adorante saluda a la estrella reencontrada
    ¿Cuánto más el alma deseante de resolución no vale
la otra alma humana?
    ¡Y yo también al fin la he encontrado, la muerte
que me era necesaria! He conocido a esta mujer. He
conocido el amor de la mujer.
    He poseído la interdicción. ¡He conocido esta fuente
de sed!
    ¡He deseado el alma, saberla, esta agua que no
conoce
la muerte! ¡He sostenido entre mis brazos al astro
humano!
    Oh amiga, no soy un dios,
    Y mi alma no la puedo compartir y tú no puedes
tomarme y contenerme y poseerme.
    Y he aquí que como alguien que se aleja, tú me
has traicionado, ¡Tú no estás más en ninguna parte,
oh rosa!

    ¡Rosa, no veré más tu rostro en esta vida!
    Y heme aquí solo, al borde del torrente, el rostro
contra el suelo
    Como un penitente al pie de la montaña de Dios:
los brazos en cruz en el trueno de la voz rugiente!
    ¡He aquí las grandes lágrimas que brotan!
    ¡Y estoy allá como alguien que muere, y que
se asfixia y que siente náuseas, y toda mi alma fuera
de mí brota como un gran chorro de agua clara!
    Dios mío,
    Me veo y me juzgo, y ya no tengo precio alguno
para mí mismo.
    Tú me has dado la vida: te la devuelvo, prefiero
que recobres todo.
    ¡Me veo al fin! y tengo desolación, y el dolor
interior abre en mí todo como un ojo líquido.
    ¡Oh Dios mío, no quiero ya nada, y te devuelvo
todo, y ya nada tiene precio para mí,
    Y ya no veo más que mi miseria, y mi nada, y mi
privación, y esto al menos es mío!
    ¡Ahora brotan
    Las fuentes profundas, brota mi alma salada, estalla
en un grito la bolsa profunda de la pureza seminal!
    ¡Ahora me soy perfectamente claro, todo
    Amargamente claro, y ya no hay nada en mí
    Sino una perfecta privación sólo de ti!

    Y ahora de nuevo, después de un año,
    Como el segador Habacuc a quien el Ángel condujo
hasta Daniel sin que hubiera cortado el asa de su cesto,
    El espíritu de Dios me ha encantado de un golpe por
encima del muro y heme aquí en este país desconocido.
    ¿Dónde está el viento ahora? ¿dónde está el mar?
¿dónde, el camino que me ha llevado hasta aquí?
    ¿Dónde están los hombres? No hay más que el cielo siempre puro. ¿Dónde está la antigua tempestad?
    Presto oído: y no hay más que este árbol
que se estremece.
    Escucho, y no hay más que esta hoja insistente.
    Sé que la lucha ha terminado. ¡Sé que la tempestad
ha terminado!
    Hubo el pasado, mas ya no existe. Siento sobre
mi rostro un soplo más frío.
    He aquí de nuevo la Presencia, la pavorosa soledad, y
de pronto, el soplo de nuevo sobre mi rostro.
    Señor, mi viña está en mi presencia y veo que
mi liberación ya no me puede escapar.
    Aquél que conoce la liberación, se ríe ahora
de todas las ataduras. Y ¿quién comprenderá la risa que
hay en su corazón?
    Mira todas las cosas y ríe.
    Señor, aquí estamos bien en este lugar, que yo no
retorne a la mirada de los hombres.
    Dios mío, ocúltame a la mirada de todos los hombres,
que ya no sea conocido por ninguno de ellos,
    Y como de la estrella eterna
    Su luz, que no quede nada de mí sino sólo la voz.
    ¡El verbo inteligible y la palabra en su esencia y la
voz que es el espíritu y el agua!
    Hermano, no puedo darte mi corazón, pero donde la materia no sirve vale y va la palabra sutil
    Que soy yo mismo con una inteligencia eterna.
    Escucha, hijo mío, e inclina hacia mí la cabeza
y te daré mi alma.
    Hay mucho ruido en el mundo y sin embargo
el amante con el corazón deshecho escucha solo en lo
alto del árbol cómo se estremece la hoja sibilina.
    Así, entre las voces humanas, ¿cuál es ésta que no es
ni más alta ni más baja?
    ¿Por qué, entonces, sólo tú la escuchas? ¡Porque es
la única que se somete a una medida divina!
    ¡Porque ella es toda entera la medida misma,
    La medida santa, libre, todopoderosa, creadora!
    Ah yo lo percibo ¡El espíritu no cesa de ser
sustentado sobre las aguas!
    Nada existe, hermano mío, ni siquiera tú mismo,
    Sino por una proporción inefable
y el justo número sobre las aguas infinitamente
divisibles!
    ¡Escucha, hijo mío, y no me cierres tu corazón,
y recibe
    La invasión de la voz razonable, en quien está la
liberación del agua y del espíritu, por las cuales son
    Explicadas y resueltas todas las ataduras!
    No es la lección de un maestro, ni la tarea
que se da para que se aprenda,
    Es un alimento invisible, es la medida que está
por encima de toda palabra,
    Es el alma que recibe al alma y todas las cosas en ti
se vuelven claras.
    ¡Hela aquí, pues, en el umbral de mi casa, la Palabra
que es como una joven muchacha eterna!
    ¡Abre la puerta! Y la Sabiduría de Dios está ante ti
como una torre de gloria y como una reina coronada!
    ¡Oh amigo, no soy un hombre ni una mujer,
soy el amor que está por encima de toda palabra!
    Te saludo, hermano mío, bienamado.
    ¡No me toques! No trates de asir mi mano.

 

Pekín, 1906