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Niebla |
La bella hija gris de la lluvia ha perdido a su amante.
Él, cuya boca conociera; él, que fue bueno con ella. Yo la he escuchado hablar de él cuando las luces del río Gritaban: "¡Cristo, qué soledad! ¡Cristo, qué frío!" He oído el llanto golpeado de su soledad llamándolo Cuando el mástil del barco no apunta a ninguna estrella. Muchos hombres han creído que eran él; Sintiendo los brazos de ella fríos, mientras llevaban a la muerte en los suyos— El rostro de mujer en el marco de la nada; Mientras la maquinaria del sueño hacía girar su primera rueda; Y durmieron mientras los ángeles caían en el sonido Coloreado de las aguas. Niño y cuna que canta, lo mismo. Oh dama dolorosa cuyo amante es el muelle En ese cielo donde todos yacemos, expectantes, abrazados mientras oscurece. |