Material de Lectura

 
El viento norte



P ARA TOCAR TUS HOMBROS
MUERTE DE LOS HOMBRES


PARA TOCAR TUS HOMBROS


    Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio.

    El día resbalaba
su luz por tu cintura.

    Las horas de la tarde
crecían en el poniente.

    Los múltiples pañuelos del otoño
pregonaban su llanto
y en el aire
maduraba tu cuerpo.

    Iban los remolinos por las calles,
las tolvaneras ágiles corrían
y los jardines públicos
eran salones desolados
donde bailaban los amantes.

    Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio
para que no empañara nada tu silueta.


MUERTE DE LOS HOMBRES


    La tarde bárbara
sube a golpes de mar hasta las islas
donde estalla el calor.
Sube la luz en árbol convertida.
 
    Crecen los hombres
en vértigos azules,
en altos laberintos
de sangre bajo el cielo.

    Una doncella cierra el día,
una doncella
monta el caballo de agua
donde se mira el día.

    En la columna rota
un dios espera
el cuerpo de la noche
perforado de estrellas
como larvas.

    Han muerto los hombres
en la crestería del agua.
El mundo se ha poblado de naufragios.
Hay que rezar por todos.
Una oración de tierra y viento
para los hombres muertos.

    Desde los púlpitos
del tigre y la anaconda
una oración de selva
para la flor sin barro de los hombres.