Hombre de soledad
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He nacido en la cólera del trigo. Solo, sobre la tierra, me sustento de la protesta rápida del viento, con el surco por lecho y por abrigo. Solo, con el arado por amigo, exacto en la medida y movimiento, labrador de mi propio pensamiento, no le temo a la garra ni al castigo. Hombre de soledad, en la llanura resurjo de sus hondas cicatrices. Violento en mi frutal arquitectura y musical del tronco a las raíces, me sustenta mi firme arboladura y me enciendo en recónditas matrices.
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Aquí descansa mi inquietud de hoguera. Aquí siembro mi ráfaga y mi llama; en estos horizontes donde inflama su vientre de cristal la tolvanera. Aquí, como maguey de eterna espera, en la reseca piel del panorama, me circunda de sol y me reclama el silencio maduro de la era. Con su grito de toro degollado la espiral de la sangre me acaricia y crece como río desbordado. Aquí, para que el polvo y su milicia no destruyan el pan recién cortado, aquí planto mi vara de justicia.
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