Material de Lectura

 

 

 
Poema del veterano de guerra

  

ENVÍO
CUARTO DE HOTEL

 


ENVÍO


Vamos a trabajar
el pan de este poema.
Hay que traer un poco de alegría;
que cada quien tome su cesta.
La noche gira sobre la esperanza
y desgasta sus párpados la estrella.
Surgen las graves letanías del trigo
por los labios abiertos de la tierra.
La espiga se desnuda sobre el aire
y el agua suelta sus cadenas.
Con un poco de esfuerzo y de ternura
vamos a trabajar
el pan de este poema.



*


Vengo de las antesalas,
de los invernaderos
donde florecen los bostezos.

Vengo de la monotonía,
de las prisiones de grandes ventanales
donde se estrella la nostalgia
y el hombre es un gran pájaro de luz
herido por los timbres sordos.

Vengo del tableteo de las máquinas,
de la sensualidad agazapada
en las rodillas de las secretarias
y entre los cubos de los escritorios.
Vengo de la mirada
de perro fiel de los ujieres.

Hay que aflojar aquí músculo y nalgas
para que los sillones no nos duelan.
Amarrar la esperanza a las pretinas,
anclar nuestras pupilas a las puertas
y esperar a que el tedio nos golpee
y el aire nos racione sus bandazos
hasta que nos conviertan
en peces arrojados a la arena.

Hay que sentir que todo esto es un páramo
en donde las mujeres
hacen reptar la flor azul del sexo
y los hombres contemplan distraídos
el cocodrilo mutilado
que lustra los zapatos,
mientras pronuncian
con rabia nuestros nombres
los solemnes pingüinos que se mueven
al ritmo de los altos timbres.

En estas agonías de la esperanza,
en estos varaderos de sueños y proyectos,
en estas jaulas de los ministerios,
se pierde la razón,
la dignidad
se dobla como portafolio
y uno se da cuenta
que el dolor, la tristeza
o el pan de nuestros hijos,
se archivan en el expediente
número tres mil quinientos diez.


CUARTO DE HOTEL

 

 

Aquí quedan los restos de un naufragio.
Las sábanas como olas suspendidas.
El ropero es un alto promontorio,
los espejos varados en la bruma,
y el viento
con sus varas golpeando los cristales.
 

*


Tómame el corazón
que se rebela en mi costado;
bésame el lado izquierdo que me duele
y déjame que te cubra
con mi uniforme de soldado.

Antes que me calara la mochila
con su peso de niño,
como aquel vietnamés desesperado
con su crío a la espalda;
antes que por mi pecho
redoblara un tambor acuartelado,
yo tenía unos ojos
que en el frente he olvidado.

Deja que con mi mano
cubra tu sexo alborotado.

Si he mordido
la granada de mano
y en la noche que albea
coronada de aviones
he quemado la aldea,
bórrame con tus labios
este horror de astillas
que me rodea.

Voy a tenderme
sobre tu cuerpo
que sabe a tierra
y sentir que me llevas
como herido de guerra.



*


El pan de nuestra mesa,
la cuchara y el plato,
las migajas que manchan el mantel,
invierno de almidón para las moscas,
la lámpara y sus luces,
vuelo de avión entre los vasos,
el vino de la cena
que se atigra en el cuerpo.

Esta noche anda suelto
el caballo de vidrio del insomnio.

Mi familia descansa,
mis hijos se han dormido;
los hombres
cantan en la casa contigua
donde existe una fragua
y cintilan sus voces,
desde un árbol de estaño.

Muy lejos de nosotros
en Vietnam, cien mil flores de cristal
anuncian ya la primavera.



*


Viene hasta Vietnam la primavera.
Vanadio entre la niebla
para las flautas y las joyas;
vanadio
para labrar la tierra.

Una mujer
con ácido en los ojos
con astillas de sol en los cabellos,
busca entre los escombros:
¿Quién restituirá
la bestia recental
que agoniza en el patio?
¿Quién restituirá
su casa y su bandera
de siemprevivas en el muro?
¿Quién restituirá
la golondrina del amor
que desbandó la guerra?
Bajo la tierra
canta el corazón de un niño.
Que responda en Vietnam la primavera.