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Ya cantaban los gallos. Ya sonaban las campanas y él buscábase la frente hacia la madrugada. Sobre calles y suburbios, sobre la ciudad toda, en un coro de gallos levantado y triste, él, desasido, se buscaba la frente, hacia la madrugada. Y ya en el día pudo decir alegre el renacido: Oh Tierra. Oh nave solitaria, soy tu hijo fiel y no te olvido. |