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Aquellos ojos que perdí una tarde, andarán ojos siempre y jamás míos. Me los llevó la brisa de la tarde y aquella niña, –pollera azul y bata colorada– Sobre la colina estaba yo y al pie, mugió una vaca para el fin del mundo. ¡Ah! cómo hubiera muerto. Aquella tarde se llevó mis ojos. |