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Extraña compañía |
A Arturo Sergio Visca
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Porque estoy solo a veces, porque sin Dios estoy, sin nada, ella viene y muestra su rostro y ríe con su risa helada. Viene, golpea en mis rodillas, huye la tierra entonces y todo acaba sin memoria, y nada. Sin embargo, con ella a mi costado yo amé la vida, las cosas todas; lo que viene y lo que va. Yo amé las calles donde, ebrio como un marino, secretamente fui de su brazo. Y a cada instante, siempre, en cada instante con ella a mi costado, del mundo todo, de mis hermanos lejano y triste me despedía. Mas tocaba a veces la luz del día. Con ella a mi costado, ebrio de tantas cosas que el amor nombraba, como a una fruta tocaba a veces la luz del día. Y era de noche a veces y estaba solo, con ella y solo; pero la muerte calla cuando el amor la ciñe a su costado. Oh triste, o dulce tiempo cuando acaso velaba Dios desde muy lejos. Mas hoy ha de venir y ha de encontrarme solo, ya para siempre desasido y solo. |