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Signo fenecido Sufro de no gozar como debiera: tu lágrima fue el último recelo que me ascendió los ojos a tu cielo y me llevó de invierno a primavera. Junto a mi pecho te hace más ligera la enhiesta flama que alza tu desvelo. Tus plantas de aire se aman en mi suelo y te me vuelves casi compañera. Estás dentro de mí, cómoda y viva —linfa obediente que se ajusta al vaso—. Mas la angustia de ti se me derriba, se me aniquila el gesto del abrazo. Y te pido un amor que me cohiba porque sujeta más con menos lazo. |