De Saldo ardiente (1985)
Verano de 1982 Catedral Saldo ardiente [Bajo su corteza...]
Verano de 1982 (Claudel visita Praga)
Es sólo una calle silenciosa Y estrecha como cualquier otra, Con empedrado y una breve iglesia En el corazón de Stare Mesto. Se quedaron sin lengua las campanas Y no se dispersan por la ciudad las sílabas de los badajos: Por decreto Dios tomó el camino del exilio. Un cuervo hunde su pico en el cráneo de un joven petrificado. Una anciana se santigua y pasa: su fe levanta catedrales.
Catedral
Fue tarea anónima hecha Con el fervor del hombre Confiado en Dios y sus razones Una circunferencia y un centro equidistante Pétalos de luz penumbra y oración Bajo un salto armónico de piedra Ascendente nervadura De piedra con piedra Y sobre piedra Nacimiento y resurrección De santos y demonios Agradecimiento de reyes Y advertencia apocalíptica El señor y sus profetas Y un pie gastado por el beso Del peregrino sin reposo Un mundo inerte que entre sombras vaga Cuánta lívida sangre Derramada a los pies de la luz Cuánta voluntad de martirio.
Saldo ardiente
a Marie-José y Octavio Paz
Tras qué colina se puso El sol de la razón Desastre en llamas Quedé inmóvil y fui un árbol en el bosque Que supo la verdad de cosas nunca antes vistas Así escribió en el principio Y fue su lucha epopeya Por el verso exacto Sin importar las incoherencias Música cabalgando sobre la página Y como a otros hombres Se le concedió el privilegio De conocer el infierno en vida Círculos del infierno Descenso tras descenso Versos de belleza enceguecedora Entre hojarasca de erudición e impertinencia Y en el purgatorio de los años postreros Aquel poeta dijo que sus referencias De Venecia ya no coincidían con los Cantares Fiera imagen ojo de lince desgastado tacto Huésped de la ciudad Que tiene la certeza de su destrucción por condena La rebelión de las aguas Ni renovación ni surgimiento a la vida Aguas del olvido Tradición en piedra que la piedra perpetúa No la certidumbre: Las aguas borrarán cuanto queda La única certidumbre: la incertidumbre Piedras de Venecia: regreso del hijo pródigo Y celebración de nupcias con el silencio La Hélade sobre la estrella de David Así fundó el error Debió pagar con penitencia De animal hidrofóbico Tenía la luna como estampa The moon my pin up La batalla infundía vida al movimiento ¿Quién habrá de restar y de sumar y escribir El saldo con ardientes cifras? ¿Lo habrá transfigurado la muerte? Intentó escribir el Paraíso No os mováis ¿Aún tiene voz el viento? Tierra abandonada por los dioses Que aquellos que amó extiendan su perdón.
Mes chanson par le monde en lambeaux dispersées Victor Hugo Où est le vent maintenant? où es la mer? où la route qui mʼa mené jusquʼici! Où sont les hommes ? il nʼy a plus rien que le ciel toujours pur. Où est l'ancienne tempête? Paul Claudel
I BAJO SU CORTEZA, el mar era una llama; Cielo invertido, inventados astros, Cardumen en incendio; Fértil espacio donde crecen mitologías. En el aire marcaban muescas. Gritaba el rayo. Lívido color de mármol Y el sol era nuevo día. Qué mejor definición que el mar, El mar, el mar siempre recomenzando. Granos de voz, aguas perpetuas en la pupila. Era de madrugada, ardía el mar, Sólo sombra de su claridad Y la sal en la agonía de su espuma Proclamaba para el mar la majestad de las aguas. Tormenta, espiral y ola, piel que palpita. Un nuevo sol sobre luna menguante. Fatiga del áncora. Rutas del mar sobre la efímera raya del agua. Un trazo en el papel. En un fragmento de la bitácora se leía: “Agua luminosa”. Bilis de los vientos: Un sabor de tormenta Guardaban los restos del navío.
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