Cómo me cantarías sino muerto al descubrir de pronto bajo el cielo de plomo de un retrato el pensamiento estéril y la tenaz memoria en esa frente, si sobre su oleaje ahora atardecido surcaron formas plácidas, y una vez, una vez —ayer sería— amaneció en laureles junto a la media luna de tu seno, y esta vez, esta vez —razón baldía— sólo es conciencia inmóvil y memoria.
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