Suenan las iii
La grande habitación que el grande espejo agranda más. Sobre la antigua consola, el viejo reloj de bronce bajo el fanal de cristal; y penumbras y friolencias en que la poquedad de mi lámpara, no basta a evaporar el frío de mi soledad. Escenas y efemérides vacías; lógicas y rebeldías intrincadas en lances de episodios que baraja en su código el azar: Proceso nocturnal de hora callada en la que el alma ya no espera nada, porque fuera impudor el esperar. Anémica la lámpara vacila; afuera sopla el viento. Se perfila la noche y se acelera. Y en despertar soñoliento, como arrastrando los pies, sonámbulo el reloj balbuce lento: Una, dos, tres.
(De mi libro de horas)
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