Añoranza
COMO encallada en áspero cemento, alta, se asoma a mi terraza al río de la ciudad. Naufragan en neblinas oros y rosas del atardecido. Paz de la hora, golpeada y rota por los estruendos y los gritos. Mientras se van prendiendo en las ventanas estrellas diminutas y sin brillo... (¡Álamos dulces del lejano Duero! ¡Agujas afiladas de los pinos tejiéndome los ocios del verano! ¡Cielo perfecto y limpio!...)
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