Presagio
Eras ya la fragancia de tu sino. Tu vida no vivida, pura, late Dentro de mí, tictac de ningún tiempo. ¡Qué importa que el ajeno sol no alumbre jamás estas figuras, sí, creadas, Soñadas no, por nuestros dos orgullos! No importa. Son así más verdaderas Que el semblante de luces verosímiles En escorzos de azar y compromiso. Toda tú convertida en tu presagio, Oh, pero sin misterio. Te sostiene La unidad invasora y absoluta. ¿Qué fue de aquella enorme, tan informe, Pululación en negro de lo hondo, Bajo las soledades estrelladas? Las estrellas insignes, las estrellas No miran nuestra noche sin arcanos. Muy tranquilo se está lo tan oscuro. La oscura eternidad ¡oh! no es un monstruo Celeste. Nuestras almas invisibles Conquistan su presencia entre las cosas.
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