Vida extrema
I Hay mucha luz. La tarde está suspensa Del hombre y su posible compañía. Muy claro el transeúnte siente, piensa Cómo a su amor la tarde se confía. ...Y pasa un hombre más. A solas nunca, Atentamente mira, va despacio. No ha de quedar aquella tarde trunca. Para el atento erige su palacio. ¿Todo visto? La tarde aún regala Su variación: inmensidad de gota. Tiembla siempre otro fondo en esa cala Que el buzo más diario nunca agota. ¡Inextinguible vida! Y el atento Sin cesar adentrándose quisiera, Mientras le envuelve tanto movimiento, Consumar bien su tarde verdadera. ¡Ay! Tiempo henchido de presente pasa, Quedará atrás. La calle es fugitiva Como el tiempo: futura tabla rasa. ¿Irá pasando todo a la deriva? II Humilde el transeúnte. Le rodea La actualidad, humilde en su acomodo. ¡Cuántas verdades! Sea la tarea, Si del todo vivir, decir del todo. Una metamorfosis necesita Lo tan vivido pero no acabado, Que está exigiendo la suprema cita: Encarnación en su perenne estado. ¡Sea el decir! No es sólo el pensamiento Quien no se aviene a errar como un esbozo. Quiere ser más el ser que bajo el viento De una tarde apuró su pena o gozo. ¿Terminó aquella acción? No está completa. Pensada y contemplada fue. No basta. Más ímpetu en la acción se da y concreta: Forma de plenitud precisa y casta. Forma como una fuerza en su apogeo, En el fulgor de su dominio justo. El final es —ni hermoso ya ni feo. Por sí se cumple, más allá del gusto. Atraído el vigía. Ved: se expresa. ¿Cómo no ha de encontrar aquella altura Donde se yergue un alma en carne presa Cuando el afán entero al sol madura? Ámbito de meseta. La palabra Difunde su virtud reveladora. Clave no habrá mejor que hasta nos abra La oscuridad que ni su dueño explora. Disputas, vocerío con descaro, Muchedumbre arrojada por la esquina. Lo oscuro se dirige hacia lo claro. ¿Quién tu sentido, Globo, te adivina? Revelación de la palabra: cante, Remóntese, defina su concierto, Palpite lo más hondo en lo sonante, Su esencia alumbre lo ya nunca muerto. Más vida imponga así la vida viva Para siempre, vivaz hasta su extrema Concentración, incorruptible arriba Donde un coro entre lumbres no se quema. Llegó a su fin el ciclo de aquel hecho, Que en sus correspondencias se depura, Despejadas y limpias a despecho De sus colores, juntos en blancura. ¡Alma fuera del alma! Fuera, libre De su neblina está como una cosa Que tiende un espesor en su calibre Material: con la mano se desposa. Trascendido el sentir. Es un objeto. Sin perder su candor, ante la vista Pública permanece, todo prieto De un destino visible por su arista. El orbe a su misterio no domeña. Allí está inexpugnable y fabuloso, Pero allí resplandece. ¡Cuánta seña De rayo nos envía a nuestro foso! El tiempo fugitivo no se escapa. Se colmó una conducta. Paz: es obra. El mar aquel, no un plano azul de mapa ¡Cuánto oleaje en nuestra voz recobra! Y es otro mar, es otra espuma nueva Con un temblor ahora descubierto Que arrebata al espíritu y le lleva Por alta mar sin rumbo a fácil puerto. Y la voz va inventando sus verdades, Última realidad. ¿No hay parecido De rasgos? Oh prudente: no te enfades Si no asiste al desnudo su vestido. Palmaria así, la hora se serena Sin negar su ilusión o su amargura. Ya no corre la sangre por la vena, Pero el pulso en compás se trasfigura. Ritmo de aliento, ritmo de vocablo, Tan hondo es el poder que asciende y canta. Porque de veras soy, de veras hablo: El aire se armoniza en mi garganta. ¡Oh corazón ya música de idioma, Oh mente iluminada que conduce La primavera misma con su aroma Virgen a su central cénit de cruce! La brisa del follaje suena a espuma: Rumor estremecido en movimiento De oscilación por ondas. ¡Cuánta suma Real aguarda el paso del atento! La materia es ya magia sustantiva. Inefable el secreto —con su estilo. ¿Lo tan informe duele? Sobreviva Su fondo y sin dolor. ¡Palabra en vilo! Palabra que se cierne a salvo y flota, Por el aire palabra con volumen Donde resurge, siempre albor, su nota Mientras los años en su azar se sumen. Todo hacia la palabra se condensa. ¡Cuánta energía fluye por tan leve Cuerpo! Postrer acción, postrer defensa De este existir que a persistir se atreve. Aquellas siestas cálidas de estío Lo son con sus fervores más intensos. Se acumula más frío en ese frío De canción que en los tácitos inviernos. No finge la hermosura: multiplica Nuestro caudal. No es un ornato el mundo De nuestra sed: un vino está en barrica. ¿Es más de veras el brebaje inmundo? Poesía forzosa. De repente, Aquella realidad entonces santa, A través de la tarde trasparente, Nos desnuda su esencia. ¿Quién no canta? He aquí; Late un ritmo. Se le escucha. Ese comienzo en soledad pequeña Ni quiere soledad ni aspira a lucha. ¡Ah! Con una atención probable sueña. Atención nada más de buen amigo. Nació ya, nacerá. ¡Infiel, la gloria! Mejor el buen silencio que consigo Resguarda los minutos sin historia. Minutos en un tren, por alamedas, Entre doctores no, sin duda en casa. Allí, lector, donde entregarte puedas A ese dios que a tu ánimo acompasa. Entonces crearás otro universo —Como si tú lo hubieras concebido— Gracias a quien estuvo tan inmerso Dentro de su quehacer más atrevido. ¿El hombre es ya su nombre? Que la obra —Ella— se ahinque y dure todavía Creciendo entre virajes de zozobra. ¡Con tanta luna en tránsito se alía! Eso pide el gran Sí: tesón paciente Que no se rinda nunca al No más serio. Huelga la vanidad. Correctamente, El atentado contra el cementerio. —Se salvará mi luz en mi futuro. Y si a nadie la muerte le perdona, Mis términos me valgan de conjuro. No morirá del todo la persona. En la palpitación, en el acento De esa cadencia para siempre dicha Quedará sin morir mi terco intento De siempre ser. Allí estará mi dicha. III Sí, perdure el destello soberano A cuyo hervor la tarde fue más ancha. Refulja siempre el haz de aquel verano. Hubo un testigo del azul sin mancha. El testigo va ahora bajo el cielo Como si su hermosura le apuntase —Con una irradiación que es ya un consuelo— El inicial tesoro de una frase. Colaborando la ciudad atiza Todos sus fuegos y alza más ardores Sobre el gris blanquecino de ceniza. Chispean deslumbrados miradores. Cal de pared. El día está pendiente De una suerte que exalte su carrera. ¡Algo más, algo más! Y se presiente Con mucha fe: será lo que no era. Impulso hacia un final, ya pulso pleno, Se muda en creación que nos confía Su inagotable atmósfera de estreno. Gracia de vida extrema, poesía.
|