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A mí me gusta tu tos |
En la corriente alterna del jardín y el recuerdo siempre que pienso en ti la ausencia me deslumbra, es como un resplandor que se impone a mis ojos: si los cierro me engañan, si los abro me angustian. Ayer por la mañana vi la luna en el cielo como dentro del agua, parecía una pregunta hecha desde muy lejos; el jardín me recuerda que vienes, con su asombro de musgo en la penumbra, su sol pestañeando entre las ramas altas, y en las ramas centrales su prohibición de fruta corporal y latiendo bajo las hojas: es cierto que estoy oyendo la silenciosa música de tu cuerpo al andar y las magnolias dicen que sí, que antes de ser redondas fueron tuyas. Vuelvo a ver tu mirada como un pájaro ciego que tiembla mientras vuela; tus manos son de juncia, temo a veces pisarlas y tu cuerpo es un río de amapolas andando si me quieres. Y hay una sombra de hojas que caen y crujen lentamente en tu voz al hablar como un terrón de AZÚCAR CHASCA MIENTRAS SE QUEMA, y ríes como tosiendo, un poco, nada más que un poco: a mí me gusta tu tos, es lo más tuyo, y me parece ahora mismo que he vuelto a oír en la alameda última, igual que un trapo atado se rasga con el viento, su estrangulada y ronca iniciación de lluvia. |
17 de agosto de 1976 (De Diario de una resurrección, 1979) |