Guillaume Apollinaire |
Prólogo
Guillaume Apollinaire (1880-1918), experto en burlar límites de tiempo y espacio, supo alojar en treinta y ocho años de vida a todo un “cortejo” de yos y darles la edad de una leyenda. La del amigo inolvidable, tan rico en personalidades que Henri Hertz le decía: “Te prefiero plural a singular”. La del viajero “ebrio de haber(se) bebido el universo”, que canta “la alegría de vagar y el placer de morir errante”, y vaga lo mismo por países, en que es también turista del tiempo, ávido de leyendas, que por libros: “Leyó lo que nadie sabía”, dice Paul Dermée, pero “ignoró con soberbia glorias indiscutibles”. La del soldado que escribe poemas de amor a la luz de la artillería y a veces canta las miserias del combate, o sus alegrías —pero con exaltación dionisíaca, no guerrera—, o hace de miserias esplendor: “Una bella Minerva nació de mi cabeza/Una estrella de sangre es mi eterna corona”, dice el Malherido. Y la del Mal Amado por tantas mujeres, siempre entre el júbilo sensual y los martirios del otro amor, le Ravageur, que arrasa “a la vida como a la tierra” los ejércitos. Como poeta es igualmente múltiple. Tiene versos con metro y rima; regulares pero blancos; regulares junto a libres, sin rimas ni asonancias; con rimas para un oído muy fino, nada ortodoxas; toda clase de estrofas; imágenes plásticas, humorísticas, analógicas, surrealistas, guerreras; uniones de alejadas realidades, exotismos del tiempo y del espacio, palabras raras que detienen a media frase y “grandes palabras” comunes pero que recuperan todo su peso; reemplaza la puntuación por las articulaciones naturales del habla; y es lírico y prosaico, realista y fantástico, elegiaco y procaz, burlón y patético, grotesco, sentimental, erótico, épico, nostálgico. *** Para llamar la atención sobre su nueva poética, abre Alcoholes (1898-1913) con un poema de 1912, “Zona” —uno de los que sus contemporáneos llamarían “poemas-conversación”, “poemas paseo”, “visionarios”: uno de sus varios poemas simultaneístas. “Zona” conversa, busca un lenguaje más cercano al de la vida, con su espontaneidad y movimiento, libre de imposiciones métricas, no sujeto en su desarrollo a las categorías lógicas, sin puntuación como el flujo de la conciencia y como éste propenso a perder el hilo ante un detalle: lo mismo la poética “cetonia en el corazón de una rosa” que el “olor” a miseria de un emigrante que carga un “edredón rojo”. Con igual fluidez pasa de la intensidad visionaria, la evocación de Cristo, o de la contemplación dolorosa y lírica del amor que se pierde y la belleza que declina, al prosaísmo; mezcla lo cristiano a lo mitológico, y lo fantástico —pájaro Roe, fénix ardiente, pihis que vuelan con sólo un ala— a la realidad cotidiana, ahora rica de elementos incorporados a la poesía desde el futurismo y con el cubismo —calle industrial, sirena de fábrica, avión, estación de ferrocarril, ruido de autobuses, o los periódicos, anuncios, inscripciones murales que son la poesía” en plena calle. *** El simultaneísmo de Apollinaire es el más logrado en la poesía de su época, el que más visible hace en el poema esa “cuarta dimensión” de que se habla en 1912 a propósito del cubismo y, con más razón —porque el cubismo es estático, del dinámico orfismo, que poniendo en movimiento los instantes separados los funde en tiempo vivido. El simultaneísmo, meta de los futuristas (que crearon ese término), “sólo fue un grito” para ellos, escribe en 1914 el belga Félix Mac Delmarle en la revista de Henri-Martin Barzun; para alcanzarlo en pintura, “a la búsqueda (cubista) de la simultaneidad en los aspectos del objeto... debe añadirse la simultaneidad de las varias sensaciones que convergen para integrar nuestra emoción”. Los pintores italianos —dice Douglas Cooper— adoptarían los procedimientos de Delaunay por hallarlos más adecuados a esa búsqueda. En cuanto a Marinetti, hizo esfuerzos sintácticos con sus “palabras en libertad”; pero las sensaciones de su poesía táctil, olfativa, termométrica, permanecen inconexas (sus poemas son pobres, aunque revolucionen la tipografía y estén cargados de energía, y no pasan del ingenio verbal). En Francia, la simultaneidad del Dramatisme de Barzun consiste en que varios actores reciten al unísono las diferentes partes de un poema escrito para el solo oído, pero los que él dice con Fernand Divoire (como Tzara con Janeo) en el Cabaret Voltaire son inaudibles y, leídos, dejan de ser “simultáneos”. También suprime Reverdy los nexos sintácticos, inspirado por el cubismo; en Sur le cubisme (1917) observa que la sintaxis de éste es “lo más importante descubierto en Arte desde la perspectiva”, a la que reemplaza; y no deja de subrayar que los objetos, elementos pictóricos, están “totalmente apartados de lo anecdótico” —como su poesía, “vida sellada, inexpresable”, sin geografía ni historia, en que lo humano es transmutado en esencias. *** Esos grupos forman en torno al centro, singular/plural, del poeta que escribe, recuerda, ordena apariciones en versos sueltos o en estrofas, y de las máscaras del poeta. En “Zona”, el hombre moderno que halla en la ciudad lo mismo a la “poesía de la calle” que a la miseria (emigrantes, prostitutas, bar crapuloso); el espíritu religioso que siente al cristianismo vivo y siente su nostalgia, pero no entra en la iglesia y se burla de sí mismo al sorprenderse rezando; el enamorado del amor antes de “la mentira”, el Mal Amado al que la angustia “aprieta la garganta”; el viajero y el amigo, pero en recuerdos “dolorosos y alegres” —los grupos se organizan y responden en torno a dos ejes, dos aspectos de la vida: presente y pasado, espíritu y materialidades ineludibles, esplendor y miseria o deterioro. En “El músico de Saint-Merry”, entre las máscaras-imanes están la del visionario y el profeta; en eco a su “Cortejo”: “conozco a los otros/por los cinco sentidos y otros más” (en todo el poema se adivina o profetiza), el poeta dice aquí: “por fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco”, y también: “canto mis posibilidades”. Los otros, en ambos poemas, son “los desconocidos de sí mismo” (Pessoa según Paz). El poeta es el flautista, que toca “el aire que yo canto y yo inventé”; y éste se desdobla, es el músico ambulante real; el ser mitológico que mueve su Cortejo de Orfeo (otro título de Bestiario); el legendario flautista de Hamelin; el “hombre sin ojos sin nariz ni orejas” (título de un futuro ballet de 1916), que según Bozzola pintarían Chirico a partir del 14 y después Carra y Morandi; y es, como en “Zona”, el hombre frente a su ciudad, el barrio en decadencia de un París antaño monárquico y esplendente, y el Mal Amado por su amor real (“morimos de vivir lejos el uno del otro”) que evoca con acentos de Villon nombres de mujeres imaginarias, y tal vez se desquita borrando a todas, superpuesto al flautista, en la “casa vacía”. Otra vez los elementos dispersos se congregan y se hacen eco desde dos ejes: en torno a uno están lo familiar, lo actual, el deterioro de los edificios, la vida, lo visible, el lenguaje coloquial; en torno al otro lo fantástico, lo oculto, lo pasado o intemporal, lo invisible, el esplendor perdido, el lirismo y hasta el verso rimado en la evocación de los reyes. El ritmo del poema es también este movimiento dado por atracciones y rechazos. Apollinaire hace visible que “todo elemento de una secuencia es una comparación... donde la similaridad está proyectada sobre la contigüidad” (la fusión sobre la yuxtaposición), “toda metonimia es ligeramente metafórica, toda metáfora tiene un matiz metonímico” (Jakobson). ***
En coincidencia con Apollinaire, el Modernism recupera la tradición con sentido y por medios modernos. Pound y Eliot incluyen en sus registros el prosaísmo, el habla familiar y los giros populares; circulan por la historia, las mitologías, la geografía, la ciudad moderna, los recuerdos. Como el poeta francés, Pound tiene una variedad excepcional de ritmos y estructuras, y libertad para romperlos; discontinuidades sintácticas y saltos (“Se me reprocha que doy saltos, que no indico la progresión de un punto a otro”); y versos igualmente unidos según el principio de “la necesidad interior” (Kandinsky). Por último, el Modernism y Apollinaire coinciden con las vanguardias por la aplicación de las técnicas del simultaneísmo y del collage. Ulalume González de León |
bibliografía
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Ibis
En lo oscuro de la tierra |
Carpa
Viva el estanque ha de verte |
Medusas
Medusas, testas desdichadas |
Cangrejo
Incertidumbre, ¡qué placer |
Pulpo
Contra el cielo su tinta arroja, |
Moscas
De nuestras moscas la canción, |
Búho
Mi corazón es un búho
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Zona
En suma estás cansado de este mundo tan antiguo |
El Pont Mirabeau
Bajo el Pont Mirabeau corre el Sena |
Clotilde
En el jardín han crecido |
Marie
Allí bailabas cuando niña |
Cortejo
Tranquilo pájaro de vuelo inverso pájaro
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La Blanca Nieve
Los ángeles los ángeles del cielo |
El Adiós
Corté una brizna de brezo |
Saltimbanquis
La farándula se aleja |
El Brasero
Arrojé al noble fuego |
La Gitana
Por un signo de noche vio cruzadas |
Schinderhannes
Bosques adentro con su banda |
Signo
Sometido al Señor del Signo del Otoño (Alcoholes) |
Las Ventanas
Del rojo al verde todo el amarillo muere |
El Músico De Saint-Merry
Por fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco |
Un Fantasma De Nubes
Como era la víspera del catorce de julio
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La gracia desterrada
Ya vete vete mi arco iris |
Los fuegos Del vivac
Formas soñadas alumbra |
Torbellino De Moscas
Va por el llano un jinete |
El futuro
Levanta la paja (Caligramas) |