El Músico De Saint-Merry
Por fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco Pasan frente a mí y se acumulan a lo lejos Todo lo que en ellos veo mientras tanto me es desconocido Y su esperanza no es menos fuerte que la mía No canto ni a este mundo ni a otros astros Canto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este mundo y de los astros Canto la alegría de vagar y el placer de morir errante El 21 del mes de mayo de 1913 Barquero de los muertos y las mordonantes merianas Millones de moscas soplaban esplendor Cuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejas Saliendo del Sebastopol entró en la calle Aubry-le-Boucher Joven el hombre era moreno pero color de fresa sus mejillas Hombre Ah! Ariadna Tocaba la flauta y la música guiaba sus pasos Se detuvo en la esquina de la calle Saint-Martin Tocando el aire que yo canto que yo inventé Las mujeres que pasaban se detenían a su lado Llegaban de todas partes De pronto las campanas de Saint-Merry se pusieron a sonar El músico dejó de tocar y bebió en la fuente Que está en la esquina de la calle Simon-le Franc Luego calló Saint-Merry El desconocido reanudó su aire de flauta Y volviendo sobre sus pasos hasta la calle de la Verrerie La tomó seguido por el tropel de las mujeres Que salían de las casas Que acudían por las calles transversales loca la mirada Las manos tendidas hacia el melodioso raptor Él se alejaba indiferente tocando su aire Terriblemente se alejaba Después en otra parte A qué hora saldrá un tren hacia París En ese momento Los palomos de las Molucas ensuciaban nueces moscadas Al mismo tiempo Misión católica de Boma qué hiciste del escultor En otro sitio Ella cruza el puente que une Bonn a Beuel y desaparece en Pützchen En el mismo instante Una muchacha enamorada del alcalde En otro barrio Rivaliza poeta con los marbetes de los perfumistas En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombres Apenas habéis extraído un poco de grasa de su miseria Pero nosotros que morimos de vivir lejos el uno del otro Tendemos los brazos y sobre esos rieles rueda un lento tren de carga Tú llorabas sentada junto a mí en el fondo de un fiacre Y ahora Te me pareces por desdicha te me pareces Nos parecemos como en la arquitectura del siglo pasado Esas altas chimeneas semejantes a torres Nos elevamos más ahora y ya no tocamos el suelo Y mientras el mundo vivía y cambiaba El cortejo de mujeres largo como un día sin pan Por la calle de la Verrerie seguía al feliz músico Cortejos oh cortejos Cuando antaño partía el rey hacia Vincennes O los embajadores llegaban a París O corría hacia el Sena el enjuto Suger O el motín se apagaba en torno a Saint-Merry Cortejos oh cortejos Tantas eran las mujeres que desbordaban Sobre las calles vecinas Y se apresuraban inflexibles como la bala Para seguir al músico Ah Ariadna y tú Pâquette y tú Amina Y tú Mia y tú Simona y tú Mavisa Y tú Colette y tú la bella Genoveva Pasaron todas temblorosas y vanas Sus ligeros y rápidos pasos seguían la cadencia De la música pastoral que guiaba Sus ávidas orejas El desconocido se detuvo un instante frente a una casa en venta Una casa abandonada De vidrios rotos Una construcción del siglo dieciséis En el patio descargan los coches de entrega Allí entró el músico Su música al alejarse se volvió lánguida Las mujeres lo siguieron a la casa abandonada Todas entraron en bandada confusa Todas todas entraron sin mirar hacia atrás Sin lamentar lo que habían dejado Lo que habían abandonado Sin lamentar el día la vida la memoria Pronto no quedó nadie en la calle de la Verrerie Excepto yo y un sacerdote de Saint-Merry Ambos entramos en la vieja casa Pero no encontramos a nadie Cae la noche En Saint-Merry resuena el Ángelus Cortejos oh cortejos Como antaño cuando el rey volvía de Vincennes Llegaron en tropel vendedores de gorras Llegaron vendedores de bananas Llegaron soldados de la guardia republicana Oh noche Rebaño de lánguidas miradas de mujeres Oh noche Tú mi dolor mi vana espera Oigo morir el son de una flauta lejana
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