Cortejo
Tranquilo pájaro de vuelo inverso pájaro Que anidas en el aire En el límite donde ya brilla nuestro suelo Cierra tu párpado segundo la tierra te deslumbra Cuando alzas la cabeza Y yo también de cerca soy sombrío y opaco Una bruma que acaba de oscurecer a las linternas Una mano que se posa de pronto ante los ojos Una bóveda entre vosotros y todas las luces Y me alejaré iluminándome en medio de sombras E hileras de ojos de los astros bienamados Pájaro tranquilo de vuelo inverso pájaro Que anidas en el aire En el límite donde ya brilla la memoria Cierra tu párpado segundo No por el sol no por la tierra Sino por ese fuego oblongo cuya intensidad irá aumentando Hasta que un día sea la luz única Un día Un día me esperaba yo a mí mismo Me decía Guillaume ya es hora de que llegues Para que sepa al fin quién es ese que soy Yo que conozco a los otros Por los cinco sentidos y otros más los conozco Me basta con ver sus pies para poder reconstruir por millares a esa gente Con ver sus pies pánicos uno solo de sus cabellos O su lengua cuando me place hacerla de médico O sus hijos cuando me place hacerla de profeta Los barcos de los armadores la pluma de mis cofrades La moneda de los ciegos las manos de los mudos O bien aunque no por la escritura sino por el vocabulario Las cartas de los que tienen más de veinte años Me basta con husmear el olor de sus iglesias El olor de los ríos en sus ciudades El perfume de las flores en los jardines públicos Oh Cornelio Agripa el tufo de un perro pequeño me hubiera bastado Para describir exactamente a tus conciudadanos de Colonia Sus reyes magos y la letanía ursulina Que te inducía al error respecto a todas las mujeres Me basta con probar el sabor del laurel que ellos cultivan para que ame o escarnezca Y tocar sus vestimentas Para saber con certeza cuál no es y cuál es friolento Oh gente que conozco Me basta con oír el ruido de sus pasos Para poder indicar el rumbo que han tomado Con todos ésos me basta para sentime con derecho A resucitar a los otros Un día me esperaba yo a mí mismo Me decía Guillaume ya es hora de que vengas Y con paso lírico se adelantaban los que amo Entre los cuales yo no estaba Los gigantes cubiertos de algas atravesaban sus ciudades Submarinas donde sólo las torres eran islas Y ese mar con las claridades de sus abismos Corría sangre de mis venas y me hace latir el corazón Luego llegaron a tierra mil tribus blancas Cada uno de sus hombres con una rosa en la mano El lenguaje que inventaron en el camino Lo aprendí de sus bocas y lo hablo todavía El cortejo pasaba y yo buscaba en él a mi cuerpo Todos los que se aparecían y no eran yo Traían uno a uno pedazos de mí mismo Me construyeron poco a poco como se levanta una torre Los pueblos se acumulaban y aparecí en persona Formado por todos los cuerpos y las cosas humanas Tiempos idos Difuntos Dioses que me formasteis Sólo vivo pasando cual vosotros pasasteis Del porvenir vacío los ojos he apartado Y en mí mismo contemplo cómo crece el pasado Nada ha muerto Murió sólo que no existe Junto al ayer brillante todo mañana es triste Incoloro e informe junto a lo que perfecto Simultáneo al esfuerzo nos presenta el efecto
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