Material de Lectura

 

Mombyry Güive


Distante, cerca,
unido a mi memoria,
a su andrajoso borde desflecado,
conservo mi paisaje.

Retengo, renuevo, recupero
el horizonte exacto de mi pecho,
por un atajo quedo,
un nombre susurrado
en voz muy baja,
una calle en penumbra,
la voluta del humo en la cocina,
el último pez atardecido
sobre el lomo del río.

Dulce o amargamente
este sur de sangre irremediable
me sigue refluyendo
me seguirá llegando
hasta que mi cuerpo sea
un ahogado más en la corriente.

Porque el recuerdo es un animal
que no acaba nunca de ser domesticado.
Por ahí me llega el galope de cascos furibundos:
Por allí me escrifica la piel
el moretón de las humillaciones,
la rosa de algún beso:
por allí me duelen las navajas
sombrías de las rejas.
el hueco del silencio
a orillas de la noche.

Me apena no poder cambiar
el agua en vino
Ni compartir el pan de mi tristeza.
Me arena, me lancina
la carcoma del miedo,
la lenta polvareda del exilio.
Me asquea el viscoso reptar
de la palabra ciega.

Y nada puedo cuando
el último suspiro de mi madre
se apaga,
con su mirada de adiós
en el vacío.