Para inventar los árboles
Porque ningún arbusto aún sobre la tierra Ninguna yerba del campo había brotado Hoy escribo tu apodo Y escribo la sonrisa Y verde Y piedesnudo Y de pronto el reverso lustroso de la vieja moneda Bajo un cielo de yemas Surge de entre sí el viento cansado La eclosión presentida Por la guitarra sola de la plaza En la llovizna oscura de las ramas El mensajero pájaro Sobrevolando nubes de pizarra Trae los rostros jóvenes El violín renacido La savia temblorosa Los labios entreabiertos Con camellos de cansado paso Con voces infantiles Con nidos aleteantes Un río de hojas nuevas Por las flautas del aire Por el hilo dorado Por la lluvia tiernísima Ha bajado a la calle Por la sangre surcada de comino y lavanda Por las manos que estrenas Por la primera espuma que te nace en los ojos La mañana de golpe
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