No hay ninguna esperanza de que todo se arregle de que ceda el dolor y el mundo se organice. No hay que confiar en que la vida ordene sus caóticas instancias sus ademanes ciegos. No habrá un final feliz ni un beso interminable absorto y entregado que preludie otros días. Tampoco habrá una fresca mañana perfumada de joven primavera para empezar alegres. Más bien todo el dolor invadirá de nuevo y no habrá cosa libre de su mácula dura. Habrá que continuar que seguir, respirando que soportar la luz y maldecir el sueño que cocinar sin fe fornicar sin pasión masticar con desgano para siempre sin lágrimas.
|