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De El poeta en peligro de extinción (1992)
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Un poema de amor [No sólo los idiomas de los hombres mueren] Retrato de mi padre con tijeras El poeta en peligro de extinción El vacío
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UN POEMA DE AMOR Cuando hable con el silencio cuando sólo tenga una cadena de domingos grises para darte cuando sólo tenga un lecho vacío para compartir contigo un deseo que no se satisface ya con los cuerpos de este mundo cuando ya no me basten las palabras del castellano para decirte lo que estoy mirando cuando esté mudo de voz de ojos y de movimiento cuando haya arrojado lejos de mí el miedo a morir de cualquier muerte cuando ya no tenga tiempo para ser yo ni ganas de ser aquel que nunca he sido cuando sólo tenga la eternidad para ofrecerte una eternidad de nadas y de olvido una eternidad en la que ya no podré verte ni tocarte ni encelarte ni matarte cuando a mí mismo ya no me responda y no tenga día ni cuerpo entonces seré tuyo entonces te amaré para siempre |
NO SÓLO LOS IDIOMAS DE LOS HOMBRES MUEREN no sólo el bronce de la cabeza de Sulla se abre no sólo el tigre de Bali se extingue hay lenguajes privados que se apagan hay sueños que nos rompen los ojos hay animales nuestros que mueren de irrealidad en la calle No sólo los panteones de las épocas pasadas están llenos de dioses olvidados el amor de los hombres está hecho de palabras perdidas
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RETRATO DE MI PADRE CON TIJERAS Llueve en Contepec, mi padre está en la tienda y las tijeras en su mano se abren como dos cuchillas. Las tijeras al cerrarse rasgan la manta, tela de pobre, como si la vida se vendiera por centímetros. El metro sobre el mostrador ignora lo que mide, ¿o su madera mide en secreto la tristeza de mi padre? Porque tendero y cliente parecen cortados por la misma tijera, la de la tristeza sin razón ni límite. Llueve en Contepec, la tarde empedrada viene por la calle hacia la casa donde mi madre cuece los duraznos. Es una tarde verde que anda por los cerros y abre la puerta del zaguán, puerta de toda maravilla. |
EL POETA EN PELIGRO DE EXTINCIÓN 1 —El poeta está en peligro de extinción —dijo el señor de los bigotes. —El poeta es alguien de otra época que va por el día diciendo cosas que nadie entiende —dijo la señora. —El poeta habla el lenguaje olvidado de los hombres, mientras un albañil se cae de un edificio —dijo el comerciante. —El poeta escribe libros que nadie quiere publicar ni vender ni leer —dijo el profesor. —Deberíamos formar una sociedad para proteger a los poetas en peligro de extinción —dijo la señora. 2 —Baudelaire nunca fue popular —dijo el señor de los bigotes. —A Dante, después de setecientos años poca gente lo lee —dijo la señora. —Góngora, absuelto y resurrecto ha caído de nuevo en el olvido —dijo el profesor. —¿Qué podríamos hacer para que el público conozca más a los poetas? —preguntó el comerciante. —Nada, absolutamente nada —dijo el poeta. —¿No decían que esta clase de hombre estaba ya en peligro de extinción? —preguntó el señor de los bigotes. 3 Dijo el poeta: Por las calles del neblumo ensartar lunas; en el mundo de la comunicación expresarse en lenguajes olvidados; en el mercado de las cosas que se huelen, se comen y se palpan, o duran mil años guardadas, tocar el cuerpo de la mujer inexistente. Frente a la ventana de mi cuarto ver pasar a mi doble entre los coches como a un animal en peligro de extinción. |
EL VACÍO (Obra en un acto) Un cuarto. En las paredes no hay un cuadro, una grieta, una mancha, una araña. Del techo, de cordones pelados, cuelgan dos focos fundidos. La entrada, sin puerta, da a una pared verde sucio. La ventana, con el vidrio quebrado, no tiene hora. En un rincón hay una mesa con nada. En el silencio que sigue no se oyen pasos, voces ni crujidos. En el cuarto no hay nadie. Nadie llega. La obra puede durar un minuto o toda una vida. |
México, D.F., viernes 27 de diciembre de 1991 |