Material de Lectura


De Vivir para ver (1977)
Heredamos el dolor y lo transmitimos
Turista de 1934
Putas en el templo
Tezcatliploca, I
Crimen

HEREDAMOS EL DOLOR Y LO TRANSMITIMOS

Sangre y palabras
nos dejaron los viejos

sangre y palabras
dejamos a nuestros hijos

junto al fuego
cantamos a nuestros huesos

afilamos nuestros puños
los hacemos puñales

ya casi muertos
nos asesinamos

ya casi nada
nos sacamos los ojos

sangre y palabras
nos dejaron los viejos

sangre y palabras
dejamos a nuestros hijos

 


TURISTA DE 1934

En una cama del Hotel Genève
ella me preguntó por las montañas
que rodean la ciudad de México
yo contemplé los senos solitarios de su vida
que como picos blandos
se alzan a la caída de la noche

ella me contó que en el Mercado del Volador
compró joyas de hace cien años
a precios razonables
yo miré sus ojos
sin valor alguno
de aquí a cien años

ella me preguntó por el Salón México
donde los hombres bailan con overol y sombrero
y por el restaurante El Retiro
donde los aficionados al toreo
los domingos en la tarde
después de la corrida
corren a comer las entrañas de los toros muertos
yo la abracé en la noche íntima del cuarto
y dancé en su oscuridad
y comí en su vida

ella me habló de paseos por los suburbios
y me platicó de hombres a caballo
que silbaban a su paso en Coyoacán y Churubusco
yo sentí celos de lo que sus ojos vieron
y de lo que no vieron

finalmente al alba dormimos
como un cuerpo solo
sin plazas y sin calles
sin caras y sin nombres
rodeados por las sombras del país inmenso


 


PUTAS EN EL TEMPLO


a André P. de Mandiargues


Llegaron una mañana de septiembre
cuando ya se habían ido los turistas
En los cuartos arruinados abrieron sus maletas
se cambiaron los vestidos
y por un momento desnudas frente al templo
fueron aire carnalizado
Las golondrinas huyeron de sus cuerpos
al entrar ellas en el recinto oscuro
y sus voces gárrulas sonaron en los muros
como el ave más trémula en la tarde
Al ponerse el sol los hombres de los pueblos
vinieron a buscarlas
e hicieron el amor con ellas en camas plegadizas
que parecía iban a caer sobre las piedras
y después en la noche
A lo lejos se oyeron los perros los árboles
los hombres la pirámide y el llano
cantar el mismo murmullo de la vida
Y por semanas bebieron y amaron en la ciudad antigua
atravesando al moverse fantasmas y perros de la muer-te
hasta que una mañana la policía vino a arrestarlas
en un coche viejo
y se fueron de Uxmal bajo la lluvia

 


TEZCATLIPOCA, I

Esa sombra
esa discordia
ese ojo que traspasa piedras
esa rama seca en el árbol
esa llaga en el pecho de la niña
esa desilusión (disolución) en las cosas del hombre
esa rabia de perro del hombre
esa soledad en la cuchara en los muros
ese aire
esa aflicción
ese espejo
en el que han de desvanecerse las cosas

 


CRIMEN

La casa sin puerta. La ventana sin vidrios. El tejado con las tejas rotas. La jaula con los alambres torcidos y sin pájaro. La vaca en el lodo. El perro echado, lleno de moscas. El tapete roído. El barril de pulque desfondado. El gallo sin cresta. La carretilla sin ruedas, recargada en la pared. Un hombre flaco, barbón, con el pantalón parchado, los zapatos sin calcetines, bebe de un jarro agujerado. Dos rancheros bajo un árbol, con los sombreros sobre la frente, empuñan sus machetes.
Kilómetros y kilómetros de llano, de nadie, de cactos y de polvo.