Por fin se devela el secreto...
Por fin se devela el secreto, como al final siempre debe suceder, la suculenta historia está madura para contarla al amigo intimo; sobre las tazas de té y en la plaza logra al fin la lengua su deseo; aguas quietas corren en lo hondo, amada, no hay humo sin fuego. Atrás del cuerpo en la morgue, atrás del fantasma en los linderos, atrás de la dama que danza y del hombre que bebe como loco, bajo la mirada fatigosa, el ataque de migraña y el lamento, invariablemente hay otra historia, hay más de lo que mira el ojo. Para la clara voz que súbitamente canta, allá arriba en las paredes del convento, el perfume de viejos arbustos, las huellas amigables en el corredor, los juegos de croquet en verano, el apretón de manos, la tos, el beso, hay siempre un maligno secreto, una razón privada para todo esto.
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