Danza de la muerte
Damas y caballeros han logrado el más notable progreso, y el progreso, estoy de acuerdo, es gran merced; han construido más coches de los estacionables, han roto la barrera del sonido y nada impide que muy pronto, en la luna, a una fiesta los conviden: pero quiero recordarles que eso a mí me divierte, la cosmócrata he sido y seré: yo soy la Muerte. Entre jóvenes y osados ando, y a mi antojo se fía el alpinista de una rama podrida, mientras nadan, con resacas, a los niños recojo, el piloto maniobra hacia la horrible herida: con otros me contengo y les regalo más vida antes de asignarles, según mi propio humor, a éste una coronaria, a este otro un tumor. Soy liberal en lo que toca a religión y a raza; ingresos tasables, crédito, ambición social no me impresionan. Sé que nos veremos cara a cara, a pesar de medicinas y a pesar del hospital, no obstante los eufemismos del más caro enterrador: matrona de palacete, miserable de cabaña, bailarán todos conmigo cuando toque mi tambor.
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