El novelista
Vestido de talento como de un uniforme, es bien sabido el lugar de un poeta; puede asombrarnos como una tormenta, o morir joven, o vivir solo muchos años, o ir hacia adelante como un húsar. Pero él debe salir de su don infantil y aprender cómo ser sencillo y desgarbado, cómo ser uno al que nadie pensaría en recurrir. Pues, para lograr su más ínfimo deseo, debe ser el todo del tedio, sujetarse a quejas vulgares como el amor, ser Justo entre los justos, puerco entre los puercos también, y en su propia persona, si es que puede, acumular con celo los errores del hombre.
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