El cernícalo
Sorprendí esta mañana al favorito de la mañana, delfín del reino De la diurna luz, Halcón pintado de aurora, cuando remontaba La vasta llanura del aire firme a sus pies, andariego De la altura, ¡cómo giraba sobre la rienda de un ala plegada En su éxtasis! para luego lanzarse, fugar oscilante Como el talón de un patín barre suave el arco de una curva: el impulso y el desliz Desairaban al gran viento. Mi corazón escondido Se agitó por un ave: ¡la proeza, la maestría de aquello! Brutal belleza y valor y acto, ¡oh aire, pluma, orgullo, aquí Trenzados! Y el fuego que de ti brota entonces, un billón De veces a voces más adorable, más peligroso ¡Oh mi caballero! No hay ahí prodigio: el puro afán hace que el arado por el surco Brille, y los pálidos rescoldos azules, ah mi amado, Caen, se hieren, y abren tajos de oro y bermellón.
St. Beuno's, 30 de mayo de 1877
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