Itinerarios
Tu cuerpo y el lazo de seda rústica que conduce a las plantaciones de la costa al sudor de tu cabellera quemada por las nubes a los instantes inolvidables —tantas naciones de nómada y de clandestinidad tantos homenajes a una belleza salvaje que exigen el desorden— ¡oh raza de labios de abandono hechizada por la vehemencia! y nuestra fuerza de profundos besos y tormentas para el infierno de los amantes hasta volver a su placer fantasma a su ola de hierro de ayer detrás del mundo! Aquellos hoteles… Todas las rampas de la vida cambiante la velocidad del amor el mágico filtro de la excomunión la hambrienta luz del desencuentro en nuestras venas de azote cartas desamparadas antiguas prosas de la noche de los abrazos y el solitario frenesí de las palmeras cuando en la ausencia creciendo hacia mi pecho el fondo de la tierra me devuelve de golpe todas nuestras caricias el nudo furioso de la pasión en las negras argollas del tiempo aquellos moblajes de desvalijamiento y de lluvias luz de senos en el mar y sus gaviotas y músicas sobre un altar de desunión con grandes lunas fascinantes sin más pradera que tus ojos país incorruptible país narcótico con risas del alcohol del viento y tu pelo sobre mi cara y las cálidas bestias doradas por el trópico y el jadeo abrasador de la ola que vuelca en tu corazón su grito de espasmo y de caída y de nuevo esos lugares intactos para el sol y de nuevo esos cuerpos ilesos para el amor en medio del perezoso meteoro del día levantando hacia el alma aquel esplendor los paroxismos el lecho de las dunas y de la corriente con sus besos en marcha y las tareas de los amantes mientras la llamarada de la muerte brillaba alrededor de sus cuerpos como un afrodisíaco avivando el deseo el hambre aquella furia de ayer detrás del mundo!
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