Balada del tiempo perdido I
El tiempo he perdido y he perdido el viaje... Ni sé adónde he ido... Mas sí vi un paisaje sólo en ocres: desteñido... Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas de turbio pelaje, de negras plumas. Y luces mediocres. Y luces mediocres. Vi también erectos pinos: señalaban un dombo confuso, ominoso, abstruso, y un horizonte gris de lindes circunspectos. Vi aves graves, aves graves de lóbregas plumas —antipáticas al hombre—, silencios escuché, mudos, sin nombre, que ambulaban ebrios por entre las brumas... Lodo, barro, nieblas; brumas nieblas, brumas. Ni sé adónde he ido, y he perdido el viaje y el tiempo he perdido... II El tiempo he perdido y he perdido el viaje… Ni sé adónde he ido... Mas supe de un crepúsculo de fuego crepitador: voluminosos gualdas y calcinados lilas! (otrora muelles como las tranquilas disueltas esmeraldas). Sentí, lascivo, aromas capitosos! ¡Bullentes crisopacios brillaban lujuriosos por sobre las bucólicas praderas! Rojos vi y rubios, trémulos trigales al beso de los vientos cariciosos! Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras! Vi arbolados faunales: Versallescos palacios fabulosos para lances y juegos estivales! Todo acorde con pitos y flautas, cornamusas, fagotes pastoriles, y el lánguido piano chopiniano, y voces incautas y mezzo-viriles de mezzo-soprano. Ni sé adónde he ido... y he perdido el viaje y el tiempo he perdido... III Y el tiempo he perdido y he perdido el viaje... Ni sé adónde he ido... Por ver el paisaje en ocres, desteñido, y por ver el crepúsculo de fuego! Pudiendo haber mirado el escondido jardín que hay en mis ámbitos mediocres! o mirando sin ver: taimado juego, buido ardid, sutil estrategma, del Sordo, el Frío, el Ciego.
(1923) (De Libro de signos, 1930)
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