La flor tomada al agostino prado, poeta, sobre tu oído ponla. La escucharás decirte: —Cantando por aquí pasó ligera, asida de la mano de un rudo ganapán. Arrójala de ti si quieres evitarte otras confidencias entre jadeos emitidas.
Letra
Leche de mármoles reitera tu belleza. Como ellos, dura, Galatea.
Codicilo de Néstor
Evítate en prostíbulos remanente ínfimo de vida. La mercenaria no tendría empacho en engañarte con ángeles custodios, felices en su albura, de tu misal de Edipo futbolista.
Pantomima de Orfeo
Escuchen, yo también proclamo como otros muchos, ser el nuncio de un lúcido profeta. Su verbo incendiará el futuro con su veloz cuadriga en llamas, el alma de las torres, las fieras y los hombres. Como él también desdeñaré mis versos, predicaré contra mi iglesia construida palmo a palmo con los ripios de todos los días.
Cuestiones de esperanto
Enfréntalo mínimo ateo. ¿Qué pasaría si el gran Tata ofreciera a tus ojos su forma de olmo vivo, en cada rama hermoso hasta el delirio; y así, teniéndolo a la vista, contemplaras caérsele las hojas, menos una. La más radiosa, centro del fulgurante verbo, y al dirigirse a ti dijera (anonadado tú, se entiende) —Ámate en ti y espera el fruto. Sin traducción posible?
Vihuela de Unamuno
Los oficios de la niebla igual a temblantes manos empañan el rostro fijo en el cristal. Después da principio la vagarosa batalla al tratar de recordarse el bello rostro perdido.
Laúd enfermo
Apártate de mí. Si no lo hicieras Ifigenia, empezará a llover sobre tu cuerpo inmaculado el detritus sin fin de mi melancolía.
Pregunto por Francesca
Te infiero en honda sombra; el mar no borra aún sobre la arena tu rescoldo. ¿Amor, persisten nuestras huellas? ¿De ser así, dónde estamos nosotros, cenizas náufragas sin sueño?
Sectaria
Este cartel muestra tu Iglesia en desafiante pórtico: “Absténgase de entrar quien no conozca la lujuria”.
Aquí, su antiguo ministerio
Aminta, acude si lo quieres a mi esposa. Primero halágala y luego pídele mi mano. Llegada la hora del banquete si eres cauta no beberás la copa tendida por sus manos oferentes. Atiende mi consejo; nunca falla Yocasta con sus pócimas. Se excede en eficacia. Donde pone el brebaje pone el sepelio.
Epitafio III
Detente caminante; en esta fosa descansa un aprendiz de teólogo, trucoso, contumaz y marrullero. No discutió las glorias de Pisandro pero fue alumno de sí propio. Tal exceso le mereció la horca.
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