Gritan al poeta: "Te veríamos junto al torno. ¿Qué son los versos? ¡Son estériles! Imagino que trabajar... Entrañas delicadas." Puede ser que para nosotros el trabajo, de todas las ocupaciones, sea la más entrañable. Yo también soy una fábrica. Y, si bien sin chimeneas, puede ser que para mí sin chimeneas sea más difícil. Yo sé que ustedes no gustan de las frases vanas. Talan robles para trabajar. Y nosotros, ¿no somos acaso ebanistas? De la cabeza de los hombres pulimos robles. Por supuesto que pescar es un oficio honorable: Recogen la red y ¡en las redes hay esturiones! Pero el trabajo del poeta es también honorable. Se pescan hombres, que no peces. Enorme trabajo es arder sobre la fragua, templar el acero sibilante. Pero, ¿quién pues de "ociosos" nos arroja el reproche? Cerebros pulimos con la lima de la lengua. ¿Quién es más grande: el poeta o el técnico, el cual conduce a los hombres al beneficio material? Ambos. El corazón es tal motor. El alma, tal diestra máquina. Somos iguales: Camaradas en la masa de los trabajadores. Proletarios de cuerpo y espíritu. Sólo juntos el universo embelleceremos y las marchas dejaremos sonar. Aislémonos a cal y canto de la tormenta de palabras. ¡A la obra! Trabajo vivo y nuevo. Y los vacuos oradores, ¡al molino! ¡Con los molineros! Que el agua de sus discursos haga girar la noria.
|