Sábanas de agua debajo del vientre. Rasgadas en olas por los blancos dientes. Era el gemido de la chimenea-como si anduvieran el amor y la lujuria por la chimenea de cobre. Se arrimaron las lanchas a las salidas de las cunas a chupar a la madre de hierro. En las orejas de los sordos barcos ardían los aretes de las anclas.
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