Las cuatro. Pesadas como un golpe. "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios." Y a aquél como yo, ¿a dónde se le escurre? ¿Dónde hay una guarida preparada para mí? Si fuera yo pequeño, como el Gran Océano, de puntas me pararía a mis anchas, en la pleamar resarciría a la luna. ¿Dónde encontraré una amada tal como yo? ¡Ésa no cabría en este minúsculo cielo! ¡Oh, si fuera indigente! ¡Como un millonario! ¿Qué es el dinero para el alma? ¡Un ladrón insaciable! A la desordenada horda de mis deseos no le basta el oro de todas las Californias. ¡Si yo fuera tartamudo como Dante o Petrarca! ¡El alma de alguna encendería! ¡Ordenaría a los versos reducirla a cenizas! Y las palabras y mi amor son un triunfal arco: Suntuosamente, sin rastro pasan a través de él los amantes de todos los siglos. Oh, si fuera yo callado como el trueno, el galope estremecería la tierra decrépita. Si yo todo su poder arrancara a mi voz enorme, los cometas romperían sus brazos encendidos, cayendo con tristeza. Con los rayos de mis ojos mordería la noche, ¡oh, si fuera yo opaco, como el sol! ¡Me es tan necesario que me den a beber leche del regazo agotado de la tierra! Paso, arrastrando mi amor inmenso. ¿En qué noche delirante, enferma, qué Goliaths me parieron tan grande y tan innecesario?
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