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Canto xxvii. A sí mismo
Compuesto en 1833, es el más perfecto de los llamados cantos de la última ilusión, dedicado a la amargura de la decepción amorosa. La asunción de la actitud estoica de lúcida renuncia se manifiesta en ritmos quebrados, versos constantemente encabalgados y frases cortas, que suenan como sollozos en contraste con la ostentada frialdad de la actitud de desprecio hacia la vida.
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Ya posarás por siempre,
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