Me rodean ambulantes y curiosos, Gente que encuentro, el efecto que tiene en mí la infancia, el barrio, la ciudad o la nación, Fechas, sociedades, descubrimientos e inventos últimos, autores antiguos y modernos, Mi cena, vestido, apariencia, compañeros, cumplidos, deberes, La indiferencia real o imaginaria de algún hombre o mujer que amo, La enfermedad de uno de mis parientes o la mía, las malas acciones o la pérdida o la falta de dinero, o el abatimiento o la exaltación, Las batallas, los horrores de la guerra fratricida, la fiebre de noticias ambiguas, los acontecimientos inciertos; Todas estas cosas me llegan de día y de noche y nuevamente me dejan, Pero no son mi Yo. Lejos de la contienda y del bullicio se erige lo que soy, Se erige divertido, complaciente, compasivo, ocioso, unitario, Mira hacia abajo, se yergue o dobla un brazo sobre una base impalpable y segura, O contempla con la cabeza inclinada a un lado, curioso de lo que vendrá, Dentro y fuera del juego, observándolo, sopesándolo. Miro hacia atrás, hacia los días en que me ahogaba en la niebla entre lingüistas y contendientes, No me burlo ni discuto: atestiguo y espero.
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