I Mundo con llave
Estaba cerrado como el sueño de una bellota o ese reloj turbio que el pez muerto tiene por ojo cuando entra la niebla en las pescaderías e inclina las balanzas con sus manos de sal guardando las luces en su caja de caudales. Como el agua que engulle flor, animal o piedra con apetencia igual y se cierra enseguida, oh transparente máscara inmutable, o el espejo que sueña en alguien que lo habite y reserva su fondo lacustre para esos hombres pálidos que se visten en la gris sastrería del crepúsculo. Estaba cerrado como un anillo o una llama donde entrar no es posible sin salir prontamente aunque la cabeza del mártir conserva la ceniza preparándose para la vacación final, su domingo más grande que los otros o día convertido ya en estatua, monumento a los días. Mas, no llamé al furioso perro encantado que en el jardín habita disfrazado de rana contando las pisadas del húsar difunto. No llamé a nadie para que echara abajo la puerta con llave porque hubiera caído la tapa del cofre del pirata volviéndose sus onzas goterones de miel o escarabajos muertos en el polvo. Estaba cerrado como el sueño primero de una piedra o la jaula de palomas de un fanal o el fanal y la jaula minerales de una cabeza humana.
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