Hombre planetario
II Camino, mas no avanzo. Mis pasos me conducen a la nada por una calle, tumba de hojas secas o sucesión de puertas condenadas. ¿Soy esa sombra sola que aparece de pronto sobre el vidrio de los escaparates? ¿O aquel hombre que pasa y que entra siempre por la misma puerta? Me reconozco en todos, pero nunca me encuentro en donde estoy. No voy conmigo sino muy pocas veces, a escondidas. Me busco casi siempre sin hallarme y mis monedas cuento a medianoche. ¿Malbaraté el caudal de mi existencia? ¿Dilapidé mi oro? Nada importa: Se pasa sin pagar al fin del viaje la invisible frontera. V Eternidad, te busco en cada cosa: en la piedra quemada por los siglos en el árbol que muere y que renace, en el río que corre sin volver atrás nunca. Eternidad, te busco en el espacio, en el cielo nocturno donde boga el luminoso enjambre, en el alba que vuelve todos los días a la misma hora. Eternidad, te busco en el minuto disfrazado de pájaro pero que es gota de agua que cae y se renueva sin extinguirse nunca. Eternidad: tus signos me rodean mas yo soy transitorio, un simple pasajero del planeta. XV ¿Dónde se encuentra, rosa, tu máquina secreta que te forma y enciende, brasa viva del carbón de la sombra y te impulsa a lo alto a expresar en carmín y terciopelo tu gozo de vivir sobre la tierra? ¿Qué oculto motor verde, qué eje te redondea, fuego cóncavo, breve nido de llamas? ¿Qué vienes a decir con tantos labios? ¿Eres sólo una boca del misterio que intenta pronunciar una palabra nunca oída hasta ahora para cambiar el curso de este mundo? ¿O eres acaso el beso de la tierra a todo lo que vive, prueba de amor de un día a las cosas oscuras devoradas a medias por la muerte?
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