El visitante de niebla
Sepultura del tiempo: dejé en ti mi cadáver de veinte años bajo tierra de flores y amuletos y cáscaras de días devorados. Amuleto de amor fue la manzana, amuletos la luz, la llave, él barco, la gaviota y el pez, dispensadores de una vida sin nubes, viaje mágico. Le vestí a mi cadáver de estaciones y sobre la guitarra del pasado recliné su cabeza vendada de ciudades lucientes como bálsamos. Puse a su lado nombres de otras épocas, los rostros ya de sombra enmascarados y le dejé vivir su larga muerte en un clima de lluvia, de maíz y caballos. La tierra memorable cede ahora. Joven mío, ¿no estás bien sepultado? ¿Tu mano es esta mano que se mueve buscando entre las ruinas esqueletos de pájaros? Visitante de niebla venido de un país de fechas y retratos: Te sientas a mi mesa nodriza y hortelana, vestido unos instantes con mi traje de ocaso. Fantasma familiar, compareces al punto por un signo, una voz o una forma llamado. Sólo un caballo y una rosa guardan tu sepultura de años.
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