6, Rue Claude Matrat
A través de la pared resucita el vecino, oigo sus pasos, el bostezo con que se reconoce, el chorro con que se comprueba, la insolente relojería doméstica. No sé quién es, cómo se llama ni para qué despierta tan temprano y alevoso. Hoy no ha sonado todavía y temo que llegue tarde a su deshora y se quede sin nada, y tengo ganas de llamar a su puerta, recordarle que existe, que no puede dejarme sin indicios de su paradero. En cuanto a los demás, no hace ruido su vida, no sé contra quién frota su miércoles la sirvienta ni a dónde lleva el perro las mañanas a su jubilado tirado por la oreja. Qué sé yo de cuantos me rodean, por ejemplo de mí, sino lo que me tolero, lo que me toco, lo poco que me veo y que me digo, yo mi vecino, mi sirviente, mi perro.
(De Curriculum mortis)
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