Soneto insistente
A Álvaro Bonilla Aragón
La cabeza hermosísima caía del lado de los sueños; el verano era un jazmín sin bordes y en su mano como un pañuelo azul flotaba el día. Y su boca de súbito caía del lado de los besos; el verano la tenía en la palma de la mano, hecha de amor. Oh, qué melancolía. A orillas de este amor cruzaba un río; sobre este amor una palmera era: agua del tiempo y cielo de poesía.
Y el río se llevó todo lo mío: la mano y el verano y mi palmera de poesía. Oh, qué melancolía.
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