Inútil divagación sobre el retorno
Más adoradas cuanto más nos hieren van rodando las horas, van rodando las horas porque quieren. Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted, su perfume, su acento, una lágrima suya que mitigó mi sed. El oro del presente cambié por el de ayer la espuma… el humo… el viento... Angustia de las cosas que son para no ser. Vivo de una sonrisa que usted no supo cuándo me donó: Vivo de su presencia que ya se va borrando. Ahora tiendo los brazos al invisible azar; ahora buscan mis ojos con áspera vehemencia un prófugo contorno que nunca he de alcanzar. Su perfume, su acento, una lágrima suya que mitigó mi sed. ¡Oh, si el humo fincara, si retornara el viento, si usted, una vez más, volviera a ser usted! (Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo innecesario)
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