IX
Un buen momento de esa tarde en el bosque También los mantos de llovizna en los hombros y el tú y yo creciendo contra la luz Aquella taza de café hablando por nosotros Tuve en mis manos la madeja enredada de tu vida cuyo hilo debió bordar los contornos de la felicidad Conjuntamos destinos cuerpos y palabras por sólo cien pesitos No está mal Domestica a tus fieras ciérrales la jaula de la noche para que no huellen tu sueño Que la jauría de tus miedos se adormezca bajo las piedras y el alma salga al jardín a respirar otros aires Deberías alentar esa lámpara que el tiempo preserva solamente para ti esperar calmo esa ola que se está formando en el altamar y espera que a su encuentro la acaricies Hay muchas casas cuerpos almas aún por habitar caminos que te aguardan desde el principio del tiempo para llevarte hacia ti hacia el desnudo corazón del fuego Voy a tocar tu mano sobre esa mesa donde se juega la suerte de los mercaderes a preguntarte por mí por la hora y el sitio donde yo pueda encontrarme Quiero saber si la opinión que me informa coincide con la mía si verdaderamente llego a casa cuando yo llego a casa y voy diciendo mi nombre en todos los cuartos vacíos Quiero saber si aún hay tiempo de que yo camine a mi lado por un camino angosto y sencillo Aplacadas ya las fieras por supuesto
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Quiero decirlo aquí porque me dejas solo cuando me acosan los cuernos de caza porque tienes aduanas para cada uno de mis pasos porque mellas el filo a mis cuchillos y vuelcas en el jardín el petróleo de mi lámpara Porque me humillo ante mi dios de ateo y rezo por ti en la soledad de mi merienda porque hay un templo en un rincón de mi cuarto desde donde te llamo y clamo por la resurrección porque te encuentro bajo todas las piedras del desvelo y tu parte de sábana es la parte oscura de la luna Porque no falta quien escupa mi mano de huérfano porque al fin de cuentas nada de esto te importa y me falta el aire para gritarme "¡Basta ya!" quise decirlo aquí
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Otra vez con los ojos abiertos otra vez las quejas del suelo por donde camino otra vez la mierda sobre los planos de reconstrucción Mis amigos tienen nombres de hospital y sus almas huelen a pasillos solos y limpios Pero siempre se debe regresar a casa y hacer un poco de ruido en los cuartos vacíos (Había para nosotros un lugar en Nueva Zelandia una ventana en todos los trenes del mundo) Para que no entre voy a gritarle a la muerte a poner vidrios rotos en lo alto del muro Y velaré mis armas Mientras vuelves
31 de mayo de 1973 De La hora y el sitio
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