Discurso desde la sombra
No tus ojos, sino lo que disfrazan No tu piel, justo con esa textura y luz Sino aquello que la usa por cosmético No tu nariz – ser o no ser hermosa Sino aquello para lo cual espía No tu boca, no tus labios, no sus ajustes Sino el hacedor del tubo digestivo No tus pechos Porque son diversión y aplazamiento No tus partes sexuales, tus recompensas ofrecidas Cuya naturaleza es la de una flor Técnicamente peligrosa No las redes de tu voz, tu donaire, tu compás Tu droga de un millón de microseñales Sino el propósito. La piedra sobrenatural en el sol. El ojo fiero Del halcón, tras su capucha Domado y hecho A sus propias mixtificaciones Y a los dedos de los hombres.
|