Una motocicleta
Tuvimos una motocicleta toda la guerra. En un cobertizo – trueno, fuga, confracción Acalambrada en herrumbre, bajo la ropa del lavado, abatida, desclasada Por las Metralletas, las Bombas, las Bazucas por doquier. La guerra terminó, las explosiones cesaron. Los hombres entregaron sus armas Y se estuvieron ahí, flácidos. La paz los tomó prisioneros. Los llevaron en rebaños a sus pueblos. Empezó la horrible privación De alzar a pulso una vida a partir de las avenidas Y los centros de recreo y los salones de baile. Entonces el autobús matutino era tan malo como cualquier camión de trabajo. El capataz, el patrón, tan malos como los SS. Y los extremos de la calle y las vueltas del camino Y la insulsez de las tiendas y la insulsez de la cerveza. Y la monotonía igual de pueblo en pueblo Eran tan malas como el alambre de púas electrizado. La guerra retenida dolía en los testículos E Inglaterra se redujo al tamaño de una pista para perros. Así que vino este joven callado Y compró en doce libras nuestra motocicleta. Y la puso en marcha, con dificultad La pateó hasta revivirla – una erupción Rompió el sueño de seis años, y el joven se rio. Una semana después, cabalgándola, antes del alba, Una mañana de neblina y escarcha, Escapó Contra un poste de telégrafos En la recta larga al oeste de Swinton.
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