La vida trata de ser vida
La muerte también trata de ser vida. La muerte está en el esperma como el marino ancestral Con su horrible relato. La muerte maúlla entre las mantas – ¿es un gatito? Juega con muñecos pero no puede interesarse. Contempla la luz de la ventana y no puede discernirla. Usa ropa de bebé y es paciente. Aprende a hablar, mirando las bocas de los otros. Ríe y grita y se escucha pasmada Contempla los rostros de la gente Y ve la piel como una luna extraña, y contempla la hierba En su posición igual que ayer. Y contempla sus dedos y oye: "¡Miren a ese niño!" La muerte es un expósito Atormentado por cadenas de margaritas y campanas de domingo. La arrastran de aquí a allá, como muñeca rota, Niñas que juegan a las madres y a los funerales. La muerte sólo quiere ser vida. No acaba de poder. Llorando está llorando por ser vida Como por una madre a la que no recuerda. Muerte y Muerte y Muerte, susurra Con ojos cerrados, tratando de sentir vida Como el grito en la alegría Como el brillo en el relámpago Que vacía el roble solitario. Y esa es la muerte En las astas del alce irlandés. Es la muerte En la aguja de hueso de la cavernícola. Y todavía no es muerte – O en el colmillo del tiburón que es un monumento De su lamentación En un litoral de la vida.
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