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Las plagas de Maqroll
“Mis Plagas”, llamaba el Gaviero a las enfermedades y males que le llevaban a los Hospitales de Ultramar. He aquí algunas de las que con más frecuencia mencionaba:
Un gran hambre que aplaca la fiebre y la esconde en la dulce cera de los ganglios. La incontrolable transformación del sueño en un sucederse debrillantes escamas que se ordenan hasta reemplazar la piel por un deseo incontenible de soledad. La desaparición de los pies como última consecuencia de su vegetal mutación en desobediente materia tranquila. Algunas miradas, siempre las mismas, en donde la sospecha y el absoluto desinterés aparecen en igual proporción. Un ala que sopla el viento negro de la noche en la miseria de las navegaciones y que aleja toda voluntad, todo propósito de sobrevivir al orden cerrado de los días que se acumulan como lastre sin rumbo. La espera gratuita de una gran dicha que hierve y se prepara en la sangre, en olas sucesivas, nunca presentes y determinadas, pero evidentes ensus signos: un irritable y constante deseo, una especial agilidad para contestar a nuestros enemigos, un apetito por carnes de caza preparadas en un intrincado dogma de especies y la obsesiva frecuencia de largos viajes en los sueños. El ordenamiento presuroso de altas fábricas en caminos despoblados. El castigo de un ojo detenido en su duro reproche de escualo que gasta su furia en la ronda transparente del acuario. Un apetito fácil por ciertos dulces de maizena teñida de rosa y que evocan la palabra Marianao. La división delsueño entre la vida delcolegio y ciertas frescas sepulturas.
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