El loro
Loro idéntico al de mi abuela, funambulesca voz de la cocina del corredor y de la azotehuela. No bien el Sol ilumina lanza el loro su grito y su áspera canción con el asombro del gorrión que sólo canta “El Josefito”... De la cocinera se mofa colérico y gutural y de paso apostrofa a la olla del nixtamal. Cuando pisándose los pies el loro cruza el suelo de ladrillo, del gato negro hecho un ovillo, el ojo de ámbar lo mira y un azufre diabólico recela contra ese incubo verde y amarillo, ¡la pesadilla de su duermevela! ¡Mas de civilización un tesoro hay en la voz de este super loro de 1922! Finge del aeroplano el ron-ron y la estridencia del klaxón... Y ahogar quisiera con su batahola la música rival de la victrola... En breve teatro proyector de oro, de las vigas al suelo, la cocina cruza un rayo solar de esquina a esquina y afoca y nimba al importante loro... Pero a veces, cuando lanza el jilguero la canción de la Selva en Abril, el súbito silencio del loro parlero y su absorta mirada de perfil, recelan una melancolía indigna de su plumaje verde... ¡Tal vez el gran bosque recuerde y la cóncava selva sombría! En tregua con la cocinera cesa su algarabía chocarrera, tórnase hosco y salvaje... ¡El loro es sólo un gajo de follaje con un poco de sol en la mollera!
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