Explicación
Mi verso es mi consolación. Mi verso es mi bebida. Todo mundo tiene su bebida. Para beber en copa de cristal, en jarra de hojalata, hoja de plátano, poco importa: todo sirve. Para alabar a Dios, aliviar el pecho, lamentar el desprecio de la morena, contar mi vida y trabajos, hago mis versos. Y mi verso me agrada. Mi verso me agrada siempre… Tiene, a veces, el aire desvergonzado de quien va a dar una pirueta mas no es para el público, es para mí mismo. Yo me entiendo bien. No soy alegre: hasta soy muy triste. La culpa es de las bananeras de mi país, esta sombra blanda, floja. Hay días en que ando en la calle con los ojos bajos para que nadie desconfíe, nadie se dé cuenta que pasé la noche entera llorando. Estoy en el cine viendo una película de Hoot Gibson, de repente oigo la voz de una guitarra… salgo desanimado. Ah, ser hijo de hacendado! A la vera de San Francisco, de paraíba o de cualquier arroyuelo vagabundo, es siempre la misma sen-si-bi-li-dad. Y uno viajando por la patria, siente saudades por la patria. Aquella casa de nueve pisos comerciales es muy interesante. La casa colonial de la hacienda también era… En el elevador pienso en el campo, en el campo pienso en el elevador. Quien me hizo así fue mi gente y mi tierra, me gusta haber nacido con esa tara. Para mí, de todas las necedades, la mayor es suspirar por Europa. Europa es una ciudad muy vieja donde sólo hacen caso del dinero y tienen unas actrices de piernas adjetivas que engañan a uno. El francés, el italiano, el judío hablan una lengua de harapos. Aquí, al menos, uno sabe que todo es una canalla solamente. Lee su periódico, ataca al gobierno, se queja de la vida (la vida está tan cara) y al final acierta. Si mi verso no es, fue su oído que no oyó; ¿No dije a usted que no soy sino poeta?
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