Batalla al borde de una catarata Tener entre las manos largamente una sombra De cara al sol Tu recuerdo me persiga o me arrastre sin remedio Sin salida sin freno sin refugio sin habla sin aire El tiempo se transforma en casa de abandono En cortes longitudinales de árboles donde tu imagen se disuelve en humo El sabor más amargo que la historia del hombre conozca El mortecino fulgor y la sombra El abrir y cerrarse de puertas que conducen al dominio encantado de tu nombre Donde todo perece Un inmenso campo baldío de hierbas y de pedruscos interpretables Una mano sobre una cabeza decapitada Los pies Tu frente Tu espalda de diluvio Tu vientre de aluvión un muslo de centellas Una piedra que gira otra que se levanta y duerme en pie Un caballo encantado un arbusto de piedra un lecho de piedra Una boca de piedra y ese brillo que a veces me rodea Para explicarme en letra muerta las prolongaciones misteriosas de tus manos que vuelven con el aspecto amenazante de un cuarto modesto con una cortina roja que se abre ante el infierno Las sábanas el cielo de la noche El sol el aire la lluvia el viento Sólo el viento que trae tu nombre
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